De Prada y el Concilio de Trento 07/05/2016


¿Ustedes se imaginan a Gerard Piqué o a Sergio Ramos firmando camisetas y balones en Estella? Pues bien, en el mundo de la cultura y de la literatura actual, un escritor como Juan Manuel de Prada es lo que en el deporte estos famosos futbolistas. Y sí, De Prada estuvo en Estella hace tres semanas para sorpresa y gusto del público interesado. No crean que el escritor movió muchas masas, porque aunque la sala estaba llena, como bien apunta un amigo y profesor en esta tierra prima más la fuerza y el talento físico que el intelecto, el cual se queda para una simple minoría.
Volviendo al tema, Juan Manual de Prada conferenció sobre El Siglo de Oro dentro del variado programa de actividades que organiza el Museo Gustavo de Maeztu por su 25 aniversario. Ya saben que El Siglo de Oro fue el periodo de florecimiento del arte y la literatura en España coincidiendo con el auge político de una nación recién constituida y con una notable concentración de talentos.
Parece que el traer a Estella a esta firma es mérito de la directora de un museo que este año desarrolla talleres infantiles, jornadas de iniciación a la bibliografía y conciertos de música. Pero siendo sinceros, nuestro interés por escuchar a De Prada, al margen del tema de la conferencia, se centraba en oír alguna de sus controvertidas opiniones o críticas políticas como las que suele dictar sobre la incultura y mediocridad de la derecha española y del Presidente del Gobierno -ahora en funciones- o las bondades de su homólogo ruso, Vladimir Putin.
El caso es que todavía nos dura el regocijo de contemplar una sala abarrotada con no pocos ateos confesos, republicanos declarados y otros militantes de izquierda escuchando atentamente las bondades y la claridad del Concilio de Trento para la iglesia y para el mundo, la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús, la uniforme religiosidad católica de Miguel de Cervantes, la importancia de San Justino Mártir en el logos y en el mantenimiento de la cultura clásica europea o la renovación que supuso Santo Tomás de Aquino en el pensamiento moderno.
De Prada tampoco defraudó al advertir que todas las civilizaciones –lo dijo para que nos fijáramos en la nuestra- han desaparecido a la par que las religiones sobre las que fueron fundadas y consideró imposible construir una nueva civilización en base a una religión inventada, como es el laicismo actual, en el cual dijo se adora a una carta constitucional pero no se crean los vínculos estructurales entre las personas como sí lo hace una sociedad verdaderamente creyente.
Por último, no podía faltar la alusión a Estella y a lo que pudo ser y no fue en la historia de España, en referencia a las guerras carlistas y a la proclamación de Don Carlos. Sin duda, las bodas de plata de la pinacoteca estellesa ganaron enteros porque al igual que acérrimos defensores o detractores de Piqué o Ramos, los mismos genera este escritor y ensayista. Ojalá tengamos pronto otro evento en el Maeztu con una firma de equipo y pensamiento rival.
 

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