Hace unos meses,
de casualidad, me topé con Santiago Arellano y la Asociación de Profesores
Amado Alonso en una excursión por Tierra Estella. A raíz de este encuentro fue
como descubrí la figura de este personaje oriundo de Lerín que les traigo hoy a
estas páginas; Amado Alonso.
En dos palabras
podríamos definir a Amado Alonso como filólogo o lingüista, pero sería reducir
mucho esta figura.
Vayamos primero a
su origen, Lerín, donde nació en septiembre del año 1896. De su padre, Wenceslao
Alonso, cuentan que fue el último lerinés en llevar boina roja hasta su muerte,
como buen carlista que se precie. No es de extrañar por tanto la siguiente
anécdota: el pintor Zuloaga lo inmortalizó a carboncillo en su obra “El viejo
requeté”. Por eso se decía de él y puede ser cierto, que fue el voluntario
requeté más longevo que participó en la guerra de 1936. El cuadro de Zuloaga se
conserva hoy en una colección particular de Italia.
Volviendo a Amado
Alonso, tras cursar las primeras letras en Lerín, estudió después en Pamplona,
Vitoria y Madrid donde hizo Filosofía y Letras en la Universidad Central. Desde
1917 trabajó con Américo Castro y Ramón Menéndez Pidal en el Centro de Estudios
Históricos, profundizado los estudios de fonética en Hamburgo (Alemania).
Entre 1924 y 1927
fue profesor de la célebre Institución Libre de Enseñanza y presentó su Tesis
sobre las “Sonatas” de Valle Inclán. Pero el salto a la élite de las letras
hispánicas lo hizo al tiempo de cruzar el océano para dirigir durante 20 años el
Instituto de Filología de Buenos Aires. Allí, con un gran equipo de
colaboradores publicaron obras fundamentales y fundaron en 1939 la Revista de
Filología Hispánica del que se publicaron ocho volúmenes hasta que Amado Alonso
se trasladó a Estados Unidos en 1946.
Profesor,
investigador y conferenciante, recorrió universidades de América del norte y
ocupó la cátedra Smith en la Universidad de Harvard. En esta universidad tenía
discípulos muy fieles y entusiastas, pero no se sentía cómodo con el idioma inglés.
Tras grandes
puestos y una meteórica carrera, le llegó la nostalgia de Buenos Aires, de
España y de Lerín, claro está.
Pero, ¿qué queda
en su tierra de Amado Alonso? Además de esta simpática asociación, una
Fundación constituida por el Gobierno de Navarra, la Universidad Pública y el
Ayuntamiento de Lerín, va sobreviviendo a los recortes en cultura y convocan
anualmente (parece que no hubo en 2013) un Premio Internacional de Crítica
Literaria.
Es el mínimo
recuerdo para Amado Alonso, al que una terrible enfermedad le truncó la vida a
los 56 años dejando iniciada la estilística científica en el mundo del habla
hispana, tanto en su versión lingüística como literaria.
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