La cabeza del Puy 20/05/2016


En esto de la historia local unos temas siempre conducen a otros. Revisando una tarde antiguas fotos con José Mª Ocáriz, llegamos a la figura del abogado e historiador Pedro Emiliano Zorrilla, nacido en Estella en el año 1872. Realizó sus estudios en Madrid siendo discípulo de Menéndez y Pelayo. Fue miembro de la Comisión de Monumentos de Navarra y académico de las Bellas Artes de San Fernando y de Ciencias y Artes de Barcelona.
Emiliano Zorrilla, en el ejercicio de su profesión de abogado -además de Derecho también estudió Filosofía y Letras- se trasladó a Madrid donde falleció en 1957. A sus espaldas dejó varias obras escritas como un libro sobre dos lápidas romanas (1913) o un índice de documentos antiguos del Archivo Municipal de Estella (1914). También dejó su casa, un edificio situado en el número 6 de la calle Comercio y que fue adquirido precisamente por la familia Ocáriz. De ahí la confluencia en el espacio aunque no en el tiempo, entre estas dos personas. La verdad que siempre me ha gustado situar a la gente en un espacio físico, buscando quizá mayor trascendencia en los hechos y sus protagonistas, como en este caso de Emiliano Zorrilla y de su casa de la calle Comercio, por cierto curiosamente decorada con unas pinturas que dibujan una especie de farolas y un friso donde se alternan caras humanas y flores o rosetas.
Así que siguiendo con esta manía que uno tiene –sin duda es deformación profesional- nos fijamos en la obra maestra de Emiliano Zorrilla sobre la Imagen y Santuario del Puy, por la que fue premiado en 1913 buscando algo más que la historia ya por todos conocida del Puy.
Del libro de Zorrilla sobre El Puy es muy interesante la minuciosa descripción que hizo de la imagen de la Virgen, del Niño e incluso de la arqueta sobre la que se sienta. Es en esta descripción donde encontramos una conexión entre la fe y la razón en relación al culto y devoción mariana de la Virgen del Puy. Y me explico; al llegar a la descripción de la cabeza de la Virgen, Zorrilla descubrió en la misma una cavidad que contenía un vaso o caja cilíndrica de madera, con su tapa, en la cual estaban depositados unos polvillos algo rojizos como de madera y unos trozos de plata que sin dudarlo, el autor atribuye a restos de la primitiva imagen y de la decoración que llevaba. Parece ser –siempre según Zorrilla y otros arqueólogos- que los primitivos fieles habían reducido  a cenizas la antigua imagen, con el objetivo de guardarla de las manos de los infieles y dejar estos restos a modo de reliquia.
Fue el propio Emiliano Zorrilla junto con el entonces Prior de la basílica, don Juan Goicoechea y otras personas allí reunidas pero cuyos nombres no especifica, los que el día 6 de septiembre de 1913 destaparon la cajita situada en la cavidad de la cabeza. En aquel especie de examen forense, algunos de los ramitos de plata encontrados en el hueco dicen que se parecían a la ornamentación actual de la Virgen. Una vez examinados los restos, los taparon enseguida y dejaron todo como estaba.
Así, ya tenemos un hilo conductor, una evidencia física, tangible y contrastable de la imagen actual con aquella primitiva u otra anterior que entre zarzas, espinas y abrojos apareció el próximo miércoles hace 931 años. Felices fiestas del Puy.
 

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