Con este nombre y apellido tan navarros, nadie diría que
Xavier Barbarin fue uno de los 115 cardenales que la semana pasada entraron en
el cónclave para elegir al nuevo Papa Francisco. El cardenal Barbarin bien
podría ser un vecino de Tierra Estella, aunque de haberlo sido seguro que no
hubiera pasado tan inadvertido para sus paisanos. Sin embargo, los antepasados
de Philippe Xavier Barbarin, cardenal de Lyon y primado de las Galias, se
hunden en nuestra tierra.
Barbarin,
pequeña localidad del antiguo valle de San Esteban de Deyo, es un término de
raíz latina. La romanización es el origen del nombre de la mayoría de nuestros
pueblos, que se asociaban a una persona o habitante del lugar. Así, Barbarin
proviene de Barbarus o Barbaro, Muniain de Munio, Luquin de Lucio, Garísoain de
Garisius, Arellano de Aurelianum y Amillano de Aemilio.
Con el paso del
tiempo, a muchas personas se les añadieron apellidos que los identificaban con
su lugar de origen. Y este es el motivo por el que de las 539 personas que en
España llevan como primer apellido Barbarin, 409, es decir mas de un 80%,
residen en Navarra. El resto de los Barbarin viven en provincias limítrofes. De
Tierra Estella también hubo un considerable flujo migratorio con el otro lado
de los pirineos, más acusado cuando ambos territorios formaban parte de un
mismo reino. En Francia, provenientes de la región del Mediodía cercana a
Navarra, los Barbarin son tan escasos como en España.
Los Barbarin
navarros residen principalmente en Tierra Estella y ninguno ha llegado a ser
tan célebre como el purpurado francés. Hay una excepción, la
del futbolista de Ayegui Jorge Barbarin, que se hizo muy conocido como jugador del
Numancia por marcar un gol en el Camp Nou y poner contra las cuerdas al
Barcelona en la Copa del Rey de 1995.
Quien sabe si
algún día tendremos al frente de la iglesia a un cardenal con apellido navarro.
Juventud, sólo 62 años, y cualidades no le faltan. Si del Papa Francisco
destacan su amor a los pobres, el cardenal Barbarin no le va a la zaga ya que
es un firme defensor de minorías étnicas, como los gitanos. Y si del cardenal
Bergoglio los medios destacan su humildad por usar transporte público en Buenos
Aires o ir andando a las reuniones previas al cónclave, hay que decir que el
cardenal Barbarin también renunció al coche oficial de la Santa Sede y todos
los días cruzaba Roma en bicicleta.
Si algún día el
Espíritu Santo y los señores cardenales quieren Papa a Barbarin, aquí estará el
pueblo de su apellido esperando a los curiosos con sus buenos vecinos, su
iglesia de San Juan, su puente romano sobre el río Bueno y su yacimiento
arqueológico de San Miguel.
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