Los que trabajamos en Seguridad
Alimentaria seguimos con interés las novedades legales del sector y los
estudios que advierten de los peligros de ciertos materiales o ingredientes
para el consumidor. Recientemente, la Comisión de Medio Ambiente del Congreso
de los Diputados ha acordado las modificaciones legislativas correspondientes
para prohibir la comercialización, importación y exportación de utensilios de
plástico de un solo uso (platos, vasos, cubiertos e incluso pajitas) a partir
del 1 de enero de 2020.
Es cierto que algunos plásticos
ceden a los alimentos compuestos tóxicos y más cuando proceden de ciertos
países como China. Lo vemos a diario en las alertas sanitarias europeas. Además
del riesgo para la salud, está el tema de los vertidos plásticos en montes y
océanos y su difícil reciclaje o degradación.
Con este panorama debemos ir
pensando ya en alternativas al plástico y es aquí cuando podemos rescatar
útiles pasados que se hicieron muy populares cuando no existía el plástico y
-al igual que sin móviles- podíamos vivir perfectamente. Porque imaginen que un
día campero queremos compartir una botella de vino sin vasos de plástico.
Entonces, la mejor opción será usar de nuevo la bota, de donde con un poco de
pericia podemos beber sin necesidad de vaso. En Navarra el uso de la bota
estuvo muy extendido. Normalmente se fabricaban en piel de cabra con interior
de pez, un derivado de la resina o látex en las más modernas. En Estella, con
importante industria de curtidos desde antiguo, también se fabricaban botas.
Marcelino Díaz de Cerio fue un veterano botero que curtía pieles y él mismo se
fabricaba un tanino a partir de corteza de encina que cogía en el mes de mayo
antes de talar el árbol. El pez, el impermeabilizante de la bota, terminaba
desapareciendo con el paso del tiempo y dio lugar al popular dicho “se le ha
caído la pez al culo” referido a una persona que pierde facultades.
Si lo que queremos es beber un
combinado y tampoco tenemos vasos de plástico, la mejor opción es el porrón
porque facilita la mezcla de ingredientes en el propio recipiente pero –al
igual que en la bota- debemos tener maña en el manejo. El porrón era muy
habitual hasta hace 40 o 50 años. En España su uso estaba muy generalizado
aunque era más habitual en Levante y en el valle del Ebro, sobre todo en
Navarra y La Rioja. Hoy en día está de moda beber del porrón en algunos bares
de Nueva York.
Pero si lo que buscamos es una
forma más fina de beber –pero con más riesgo sanitario- tenemos los vasos o
cazuelicas que se compartían. Hay ejemplos de antiguos vasos de plata usados
por cofradías durante las reuniones o juntas de gobierno de donde bebían los
cargos en fechas señaladas. Una vieja tradición que sorprendentemente ha
llegado hasta nuestros días en Dicastillo y no para un grupo reducido, sino a
nivel popular para todo el pueblo. Los vecinos, en cualquier fiesta popular,
degustan vino facilitado por el Ayuntamiento en vasijas de barro que una vez
pasadas por agua se vuelven a utilizar.
Enseguida veremos si, obligados
por la ley, tenemos que desempolvar estos viejos menajes para irnos de romería
o pasar un día en el campo.
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