Muchas veces la
gente se pregunta cuál será su trascendencia en el mundo una vez que ya no
estemos. Hay variadas respuestas comunes como una empresa, un árbol, un libro o
la descendencia familiar donde seremos más o menos recordados. En el caso de un
libro puede ocurrir que, por su importancia, trascienda la propia obra al
autor. Algo así se ha preguntado el filósofo Luis López de Dicastillo Gorricho
con su recién publicado libro sobre Barbarin, el pueblo que le vio nacer hace
ya unos cuantos años. Él mismo me lo confesó hace unos meses: Si no lo hago
yo ahora, ¿quién estará interesado en hacerlo en un futuro?
Efectivamente,
nunca sabemos qué puede deparar el futuro y si un pueblo pequeño como Barbarin
va a despertar el interés de historiadores o cronistas, pero será difícil
ponerle tanto empeño, trabajo y dedicación como Luis. No hay más que ver el
resultado: un tomo enciclopédico donde se cuenta al detalle la historia de sus
gentes desde la más remota antigüedad hasta su última regidora.
Por supuesto que
Barbarin tiene mucho que contar y varias de sus historias son auténticas
novelas. Así, es curiosa la narración de cómo se encontraron en su término unas
aras romanas. Se juntaron varios factores. Primero que los romanos se
instalaran allí en el siglo II a.C., claro está. Pero después de más de 2000
años, en 1919, tenemos por un lado la filoxera –plaga que arrasó todo el viñedo
en Navarra- y después la plantación de nuevas viñas. Precisamente en las
labores de plantado de una viña en el término de San Jorge fue donde se
encontraron las aras, en una finca de Eugenia Vélaz. La casualidad quiso que en
casa de Eugenia Vélaz estuviera de pupilo el abad, Regino Arbizu, erudito,
estudioso y amante de la historia. La intervención de Regino Arbizu fue
determinante en la recuperación de las aras.
Otra historia que
nos aclara el libro es la de las brujas de Barbarin, de las que la tradición
popular decía que incluso habían condenado y quemado una en el propio pueblo.
Todo viene, sin embargo, de una simple denuncia entre vecinas ocurrida en 1576:
Juana López denunció a Juana Díez porque ésta andaba murmurando que era bruja.
Sonados fueron
también los hechos en torno al Estatuto Vasco en la época de la Segunda
República. El mito nacionalista puso a Barbarin como ejemplo de lo sucedido en
otros pueblos para explicar –siempre como víctimas- la derrota estatutaria en
Navarra. Decían que el representante de Barbarin votó en contra del Estatuto
desoyendo al pleno que se había mostrado favorable. Nada más lejos de la
realidad. El alcalde de Barbarin, Pablo Morrás, en ningún momento incumplió lo
acordado por el pleno sino que siguió la postura mayoritaria del Ayuntamiento
en el que había un único concejal nacionalista.
En el libro
también hay espacio para personajes ilustres que ha dado Barbarin como Facundo
Goñi López de Dicastillo, escritor, conferenciante, diputado a Cortes por la
merindad de Estella en 1853, diplomático y embajador en Estados Unidos.
Sólo nos queda
desear lo que nunca se persigue con estas publicaciones –un éxito de ventas-
pero sobre todo lo que queremos son imitadores, muchos imitadores de Luis López
de Dicastillo que hagan monografías de sus pueblos para que, como Barbarin,
otras localidades estén de enhorabuena.
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