Prohibido ir a la escuela 26/01/2018


A finales del siglo XIX hubo en Larrión un maestro de escuela un tanto peculiar. El maestro se llamaba José María Lacunza Vidaurre, era natural de Riezu y en 1896 ya ejercía, con 37 años, en Bearin. Hasta aquí todo en orden, si no fuera porque pide marcharse de Bearin y permutar su puesto con el de Larrión. Al parecer, Lacunza tenía un enfrentamiento con el concejo de Bearin. Los de Larrión, enterados de los antecedentes se negaron en rotundo al cambio, pero de poco sirvió porque finalmente el inspector de Educación concedió la permuta entre los maestros.


José María Lacunza llegó a Larrión con un sueldo de 300 pesetas, el mismo que cobraba en Bearin, equivalente a 60 robos de trigo. Los de Larrión pretendían que el maestro hiciera por el mismo sueldo las veces de sacristán, cosa a lo que el maestro se negó. No es difícil adivinar el motivo de esta negativa, en ningún caso ideológico sino económico, ya que Lacunza ejercía de vigilante en la cárcel de Estella por un sueldo de 700 pesetas. Para atender la doble ocupación de maestro y vigilante de la cárcel de Estella, hacía turno de noche como carcelero.
La negativa del maestro a ejercer de sacristán no debió gustar al párroco –Ecequiel Larumbe- que pronto entró en escena de la manera más llamativa y no muy acorde al terreno sagrado. El 22 de agosto de 1897, mientras el maestro dirigía el rezo del Santo Rosario, el cura lo echó de la iglesia a gritos de escandaloso, estúpido y necio. No quedó ahí el celoso párroco –faltaría más- sino que aconsejó a los padres de los niños que no los mandasen a la escuela porque de lo contrario caerían en pecado mortal. El efecto amenazador del párroco tuvo repercusión inmediata y la escuela se vació de niños. Ante la situación generada –sin clases, sin exámenes de fin de curso ni dinero para material escolar- tuvo que intervenir la Junta Provincial de Instrucción para que los niños regresaran a la escuela. Parece que la situación recobró la normalidad en diciembre, cuando los escolares de Larrión hicieron por fin los exámenes.
Poco había de durar la tranquilidad en la escuela de Larrión ya que en el mes de mayo el maestro fue detenido y encarcelado en Estella. Sí, en la cárcel en la que ejercía como vigilante. Para mayor paradoja, en la misma fecha el párroco de Larrión, Ecequiel Larumbre, cesa para tomar posesión como capellán del Correccional de Estella.
La historia termina con el maestro juzgado y condenado a multas e inhabilitaciones por un delito de estafa contra un vecino de Izurzu. Tras la condena, José María Lacunza pudo iniciar una nueva vida en Pamplona donde abrió una escuela privada en la calle Descalzos y más tarde trabajó como agente comercial. Una vida azarosa con un meritorio fruto, su hija María Lacunza, nacida en Pamplona en 1900 y que fue la primera mujer colegiada en el Colegio de Abogados de Pamplona (1927).
Por su parte, Ecequiel Larrumbe terminó sus días en Estella donde fue capellán del Santo Hospital y Casa de Misericordia y director espiritual del Círculo Católico de Obreros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario