La independencia de Bargota 12/01/2018


El mes de julio pasado fuimos invitados a la Semana de la Brujería de Bargota. Lo primero que hice al llegar al pueblo fue reconocer, no sin vergüenza, que nunca había pisado Bargota. En un esfuerzo por desempolvar recuerdos relacionados con esta villa, enseguida me vino a la memoria el lema que escuchábamos de boca de algunos bargotanos en el Instituto Politécnico de Estella en los años 90: Bargota independencia.

Aunque aquel afán independentista fuera producto de las modas o corrientes políticas de la época, si leemos la historia de la villa no nos extraña ese intento por zafarse de cualquier yugo dominante.
Durante la Edad Media, Bargota pasó a formar parte de Viana, e incluso en el año 1219 el rey Sancho VII El Fuerte dispuso de mercedes y privilegios para todos aquellos vecinos que quisieran trasladarse a vivir a Viana. El rey no quería sino fortalecer con habitantes –futuros soldados en una leva- la frontera con Castilla, pero los vecinos de Bargota no se dejaron convencer y continuaron en su pueblo. La dependencia de Viana generó continuas trabas, desasosiegos, altercados y numerosos pleitos que hicieron que las relaciones no fueran nada cordiales entre ambos pueblos. Desde entonces, la lucha de Bargota fue constante en el intento de librarse de la dependencia de Viana. Los bargotanos no tenían derecho a tener alcalde, ni bienes propios, y todas sus rentas se administraban desde Viana. Cada año eran nombrados los regidores, guardas, jurados y veedores que tenían muy pocas competencias y en temas muy concretos. Hasta el arrendamiento de la taberna, el mesón y la panadería era controlado desde Viana.
En el aspecto religioso, los parroquianos de Bargota pertenecían a la iglesia de Santa María de Viana, diócesis de Calahorra. Así, los diezmos que pagaban a la iglesia eran remitidos a Viana desde donde se suministraba todo lo necesario para las celebraciones y ornamentos litúrgicos de la iglesia de Bargota. Sin embargo, desde 1354 hay constancia de la residencia de un sacerdote en la villa de Bargota, al igual que un mayordomo, un sacristán y un administrador, algo que se consiguió después de numerosas protestas, pleitos y amenazas de cárcel y excomunión.
Por fin, en el año 1818, tras un largo proceso de los regidores de Bargota ante la Corte de Madrid, aprovechando el espíritu liberal de la época, se logró la anhelada libertad e independencia de Viana, después de haber pasado 600 años siendo un simple barrio. A partir de entonces Bargota hubo de forjarse en la construcción de su propia identidad, o al menos de administrarla libremente. Para el escudo, eligieron el mismo que el de Navarra, con cadenas pero sin esmeralda. Una versión posterior del escudo incorporó al personaje que ha dado fama al pueblo -un brujo- y a la fruta que ha dado dinero –la uva- eso sí, de origen Rioja.
En Bargota también hicimos un ejercicio heráldico y comprobamos que muchos de los apellidos de sus vecinos coinciden con los indicados en los blasones que adornan las casas desde los siglos XVII y XVII: Hernadez de Ubago, Ciordia, Díaz de Zerio, Gómez de Segura y Ganuza. Sólo un lamento que vale para la mayoría de los pueblos: estas casas son cada vez menos habitadas y lo que no consiguió un rey con beneficios fiscales, lo lograrán los cambios en nuestra forma de vida.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario