Conocí su voz escuchando Radio
Popular de Pamplona, aquella emisora entrañable que antes del boletín de
noticias mantenía un espacio con el mítico don Goyo haciendo preguntas a niños
para repartirles de premio entradas para ver a Osasuna o vales en la
chocolatería Subiza de la capital. Entre comentarios de actualidad local,
chascarrillos del club rojillo y concursos, pinchaban canciones contra la
intolerancia y jotas. La inconfundible voz de don Goyo lo anunciaba: canta
Jesús Garraza, de Allo.
La interpretación de la jota
navarra cambia conforme subimos de latitud y -al igual que el carácter de la
gente- se hace sobria, más seria, menos adornada y alargada en los vibratos,
pero sigue siendo un canto recio de hondo sentimiento. Aunque las laureadas
voces femeninas riberas han impuesto estilo, todavía quedan intérpretes en los
reductos montañeses que dan a la jota un sabor diferente.
El pasado 19 de septiembre, a
los 93 años, falleció uno de estos joteros, probablemente el más destacado que
ha dado Navarra después de Raimundo Lanas. Jesús Garraza nació en Allo en el
seno de una familia de labradores y labrador, como dicta la famosa jota, fue su
padre, abuelo y él mismo que trabajó siempre en el campo.
Su afición a la jota le vino al
escuchar con tan sólo 7 años a Raimundo Lanas en las fiestas del pueblo. Lo
había traído la cuadrilla de su padre y aquella experiencia le marcó. Con 20
años su madre lo mandó a Bilbao para que le educasen la voz y potenciasen sus
cualidades, pero la añoranza le hizo huir de las lluvias, brumas, humos y
humedades del bocho vizcaíno para volver a respirar el aire puro proveniente de
los amplios horizontes en las llanuras soleadas y doradas de Allo.
Jesús Garraza participó en el
“Grupo folclórico Municipal de Estella” que fundó Francisco Beruete en 1944 y
con él recorrió España en largas giras que le llevaron desde Barcelona hasta
Ceuta. Ya en los años 50 se convirtió en un jotero de éxito, se prodigó en
encuentros dedicados a la jota y grabó tres discos para la casa Columbia de San
Sebastián acompañado de la rondalla Santamaría y de los gaiteros de Estella.
Estos discos son inéditos, no sólo por lo antiguos, sino por haberse acompañado
de gaiteros y no de bandurrias, acordeón o guitarras como es habitual.
Jesús Garraza siguió cantando
en el grupo “La Era” de Estella y con casi 60 años ganó el primer concurso de
jota de veteranos celebrado en Pamplona. Pero donde realmente disfrutaba Jesús
Garraza era cantando donde la jota nació, era espontánea, natural y tenía el grado
de autenticidad que le da el cantar en la taberna, al labrar, acarrear, coger
olivas o al ir o volver del campo. “Que cuando vienen del campo vienen
cantando...”
En las duras faenas agrícolas
cantó como nadie antiguas jotas de letras sencillas que hoy casi no se escuchan
pero que han quedado, al igual que su voz, en nuestra memoria. “Me gustan los
labradores cuando los veo labrar y las mulas que ellos llevan que bien saben
trabajar”.
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