Residuos en Montejurra 03/03/2017

La historia comienza, como casi siempre en estos casos, con el buenismo que hay instalado en nuestra sociedad. Un nuevo negocio, una actividad para el pueblo, alguien que osa invertir en estos tiempos en una pequeña localidad, la ilusión de lo novedoso y el despertar que supone una alternativa al uso de un suelo que, como el que hoy nos ocupa y preocupa, estaba destinado probablemente a baldío o lleco.


Después le sigue la administración competente que, cargada de leyes y normativas, concede un permiso para una actividad totalmente legal. A partir de aquí, el desastre. Porque ¿todo lo legalmente aprobado es bueno para la sociedad en que vivimos? ¿Nuestras normas son sensibles al sentir de los ciudadanos o los legisladores y quienes ejecutan estas normativas están alejados de ellos? ¿Están adaptadas las normas a las particularidades de cada lugar? ¿Conocen los legisladores desde sus estrados parlamentarios y gubernamentales este sentir?
Les estoy hablando del proyecto de la planta de gestión de tierras de enmienda que hay en término de Ázqueta (Igúzquiza) a partir de lodos y tierras de excavación. Opositores al proyecto advierten que estos lodos son de procedencia no definida y que conlleva numerosas afecciones en materia medioambiental como son la contaminación del subsuelo y de los acuíferos por elementos disueltos y el arrastre de materiales en días de lluvia con metales pesados, nitritos y nitratos. También se plantea un posible nivel de cadmio en las tierras obtenidas por el proceso e incluso la contaminación de un barranco que desemboca directamente en el río Ega.
Es cierto que nadie queremos cerca de nuestras casas la basura, pero en este caso el lugar elegido no parece el más idóneo. El idílico encinar de la falta norte de Montejurra ya se ha visto afectado estéticamente por los movimientos de tierra de la finca. El tránsito de camiones pesados en los caminos de acceso levantó abundante polvo y todo esto a solo unos metros del Camino de Santiago en sus dos trazados de la falda de Montjurra. Al lado, la zona residencial de Irache a la que seguro no le gustarán los olores que emiten los gases que se generan en la descomposición de la materia orgánica.
Resulta triste que se rompa la paz de estos parajes como son la fuente de San Pantaleón, el barranco de los Enemigos, la ermita de la Concepción del monte, un antiguo hospital de peregrinos y la singular canalización que llevaba agua hasta el palacio de los Vélaz de Medrano en Igúzquiza y que coincide con los drenajes de la finca de marras.
¿Qué de dónde vienen los residuos? Pues de nuestros vecinos del oeste, sí, de aquellos que a diferencia de nosotros pueden tener Tren de Alta Velocidad, pabellones arena, nuevos estadios de fútbol y pagar menos impuestos, pero no son capaces de encontrar en su territorio lugares para gestionar sus residuos.
Veremos cómo termina la historia aunque si tenemos en cuenta casos similares como el de Funes con la basura guipuzcoana, sólo nos queda el derecho al pataleo y la protesta, que no es poco en estos tiempos que corren.

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