En los primeros
días de 2017 fueron noticia las rebajas en los comercios, como si no hubiéramos
tenido bastante desde finales de noviembre con el viernes negro, el lunes
tecnológico, las compras pre-navideñas y las navideñas. Nos dicen que toda esta
euforia es síntoma de que la economía ha empezado a remontar. Sin embargo, en
medio de este afán consumista que los expertos relacionan con una recuperación
económica, tuvimos dos noticias que nos amargaron un tanto el turrón en Tierra
Estella.
La primera de
ellas, la del número de coches vendidos en 2016. Los gurús económicos afirman
que la venta de coches es un signo inequívoco de la situación del país y de la
salida de la crisis. Si hacemos caso a estos números, la recuperación ha
llegado a España pero en menor medida a Navarra. Dentro de la Comunidad Foral,
los expertos se apresuraron a aclarar que las modestas cifras de venta de
automóviles se habían visto lastradas por el desplome de operaciones en los
concesionarios de Estella.
Casi al mismo
tiempo Tierra Estella volvía a poner la nota discordante en el último padrón
municipal, en el que Navarra salió de las cifras negativas en las que llevaba
años instalada pero que para nuestra merindad volvían a ser malas porque
seguimos decreciendo en población.
La situación en
los pueblos pequeños -la mayoría- es aún peor que lo reflejado en las
estadísticas del padrón, ya que el censo sigue contando como habitantes a los
que llevan décadas morando en la ciudad y a los domingueros venidos de ella a
esparcirse y que figuran en el padrón con derecho a voto y por supuesto a voz,
habitualmente alta.
El caso es que el
padrón sigue cayendo y deberíamos buscar algunas causas, no se si para ponerle
remedio o simplemente para explicarnos el por qué de esta huida. Parece que la
autovía, lejos de atraer a nuevos vecinos está provocando el efecto contrario y
no sólo para vivir, sino también para hacer las compras de coches, calzado,
textil, hogar y otros atractivos que ofrecen las capitales cercanas. Como
centro de ocio y cultura y pese a los ímprobos esfuerzos, Estella lo sigue
teniendo difícil más aún cuando la autovía es sin peaje. También es
significativo que en la próxima vuelta a España una etapa comenzará en el
Circuito de Los Arcos y llegará a Logroño, volviendo a aprovecharse la capital
riojana de esta infraestructura. Hace tiempo que Logroño es una ciudad más viva
que Pamplona y la ha superado en conciertos, buena música, comida, precios y
limpieza vertical.
Por lo demás no
hay muchos secretos: población diseminada, muy envejecida, natalidad baja,
cambio de costumbres en el ocio y en las necesidades educativas de los
escolares y una cabeza de merindad que sólo iguala a ciudades cercanas en los
inconvenientes de tráfico y accesos.
No es fácil
encontrar una solución para evitar que terminemos como las zonas rurales
despobladas del pre-pirineo, Soria o Zaragoza. Quizá ahora que los nuevos
gobernantes saben influir desde el color que tiene que ser el rey Baltasar en
Pamplona hasta lo que tienen que estudiar los niños pasando –como en Estella-
por dificultar que el 80% de la población accedamos a un puesto en la
administración pública por no hablar vascuence, son capaces también de decirnos
dónde tenemos que vivir.
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