A la baja 20/01/2017


En los primeros días de 2017 fueron noticia las rebajas en los comercios, como si no hubiéramos tenido bastante desde finales de noviembre con el viernes negro, el lunes tecnológico, las compras pre-navideñas y las navideñas. Nos dicen que toda esta euforia es síntoma de que la economía ha empezado a remontar. Sin embargo, en medio de este afán consumista que los expertos relacionan con una recuperación económica, tuvimos dos noticias que nos amargaron un tanto el turrón en Tierra Estella.

La primera de ellas, la del número de coches vendidos en 2016. Los gurús económicos afirman que la venta de coches es un signo inequívoco de la situación del país y de la salida de la crisis. Si hacemos caso a estos números, la recuperación ha llegado a España pero en menor medida a Navarra. Dentro de la Comunidad Foral, los expertos se apresuraron a aclarar que las modestas cifras de venta de automóviles se habían visto lastradas por el desplome de operaciones en los concesionarios de Estella.
Casi al mismo tiempo Tierra Estella volvía a poner la nota discordante en el último padrón municipal, en el que Navarra salió de las cifras negativas en las que llevaba años instalada pero que para nuestra merindad volvían a ser malas porque seguimos decreciendo en población.
La situación en los pueblos pequeños -la mayoría- es aún peor que lo reflejado en las estadísticas del padrón, ya que el censo sigue contando como habitantes a los que llevan décadas morando en la ciudad y a los domingueros venidos de ella a esparcirse y que figuran en el padrón con derecho a voto y por supuesto a voz, habitualmente alta.
El caso es que el padrón sigue cayendo y deberíamos buscar algunas causas, no se si para ponerle remedio o simplemente para explicarnos el por qué de esta huida. Parece que la autovía, lejos de atraer a nuevos vecinos está provocando el efecto contrario y no sólo para vivir, sino también para hacer las compras de coches, calzado, textil, hogar y otros atractivos que ofrecen las capitales cercanas. Como centro de ocio y cultura y pese a los ímprobos esfuerzos, Estella lo sigue teniendo difícil más aún cuando la autovía es sin peaje. También es significativo que en la próxima vuelta a España una etapa comenzará en el Circuito de Los Arcos y llegará a Logroño, volviendo a aprovecharse la capital riojana de esta infraestructura. Hace tiempo que Logroño es una ciudad más viva que Pamplona y la ha superado en conciertos, buena música, comida, precios y limpieza vertical.
Por lo demás no hay muchos secretos: población diseminada, muy envejecida, natalidad baja, cambio de costumbres en el ocio y en las necesidades educativas de los escolares y una cabeza de merindad que sólo iguala a ciudades cercanas en los inconvenientes de tráfico y accesos.
No es fácil encontrar una solución para evitar que terminemos como las zonas rurales despobladas del pre-pirineo, Soria o Zaragoza. Quizá ahora que los nuevos gobernantes saben influir desde el color que tiene que ser el rey Baltasar en Pamplona hasta lo que tienen que estudiar los niños pasando –como en Estella- por dificultar que el 80% de la población accedamos a un puesto en la administración pública por no hablar vascuence, son capaces también de decirnos dónde tenemos que vivir.

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