Pueblos con apellido 23/12/2016


Hace dos semanas llegó a Lorca una mujer peguntando por una dirección desconocida en este pequeño pueblo del valle de Yerri. La forastera estaba un tanto despistada porque a pesar de los tiempos que corren, llenos de tecnologías digitales, GPS y otros localizadores, donde quería arribar esta señora era nada menos que a la ciudad murciana de Lorca, distante 787 km de nuestro Lorca de Yerri.

Para evitar estas confusiones, hace ahora exactamente 100 años que 573 pueblos de España cambiaron su denominación oficial y les añadieron un apellido. Así se diferenciaron de sus homónimos. Precisamente Lorca quedó fuera de este listado en el que encontramos cuatro pueblos de Tierra Estella.
Comenzando por orden alfabético, tenemos el pueblo del que en tono jocoso pero muy descriptivo canta la jota: “Si tu calle no te gusta vete a vivir a Aguilar y vivirás de seguro en la calle principal”. A Aguilar le añadieron “de Codés” por la cercana sierra y valle y por no confundirlo con los otros 14 “Aguilares” como el de Campoo en Palencia o el de Campos en Valladolid.
Sin movernos de este valle occidental de nuestra merindad tenemos al segundo pueblo, Torralba, que le apellidaron “del Río” por aquello de estar bañado con las aguas del Linares y así diferenciarse de otros 14 “Torralbas”. Pese a lo que pudiera parecer, el Linares no es una corriente importante sino que se trata de un pequeño arrollo que discurre entre Torralba y Sansol. Sin embargo, la Real Sociedad Geográfica de España, que fue quien propuso al rey Alfonso XII el cambio de nombre de los pueblos, volvió a dar renombre al Linares y el tercer pueblo en bautizarse de nuevo fue Torres, que desde entonces se llama Torres del Río.
Llegamos al cuarto pueblo que desde 1916 tiene el nombre más largo (con más letras) de Navarra y casi de España si no fuera por Peñaranda de Bracamonte, Madrigal de las Altas Torres o Villanueva del Rebollar de la Sierra: se trata de Villamayor de Monjardín. Tanto en el caso de Villamayor como en los otros pueblos –quizá Torralba es donde menos cuajó el cambio- los nuevos nombres fueron muy bien acogidos por los vecinos. Prueba de ello es que ninguno ha vuelto a su denominación anterior como si lo hizo Moreda de Álava o recientemente, Palma de Mallorca que han vuelto a llamarse Moreda y Palma respectivamente. Y es que aquel decreto también generó polémica en muchos municipios que no aceptaron y reclamaron las modificaciones (Monforte del Cid no aceptó llamarse Monforte de la Rambla) y en algunos casos todavía continúan barajando nombres.
Por último no debemos obviar que este hecho también generó una fiebre no oficial de rebautizar pueblos que en algunos casos llegó a implantarse a nivel popular pero que resulta erróneo nombrar, por ejemplo Oteiza de la Solana. También vemos, a lo largo de la historia, la costumbre de traducir los nombres a otros idiomas, como hicieron los franceses durante la invasión con Lodosa (Lodouse) o Los Arcos (Les Arches) o en tiempos recientes las traducciones al vascuence. Ya ven hasta que punto todo es efímero.

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