Aniana Ollo, una estellesa en el exilio 09/12/2016


Recientemente se han desclasificado en Navarra documentos históricos de la guerra civil (1936-1939), lo cual es una puerta abierta al paraíso de los investigadores. La noticia es aún mejor porque los documentos se pueden consultar por internet. Así, por ejemplo, hay acceso a las fichas de todos los combatientes del bando sublevado o rebelde que en Estella casi llegan al millar. No se asusten, porque sus antepasados no eran unos genocidas, ni tampoco franquistas como pretenden tacharlos los revisionistas de la historia, sino que en su mayor parte eran voluntarios luchando en la defensa de una causa que ellos consideraron tan justa, según sus propias convicciones, como la de sus oponentes.


Al margen de estas fichas personales, me llamaron la atención dos sentencias judiciales de 1939 y 1940 sobre una mujer de Estella, doña Aniana Ollo, así que ahondo en el caso. Aniana Ollo Elordi había nacido en Estella en el año 1886. Era hija única de una familia de ascendencia liberal, lo cual no fue precisamente fácil en una ciudad carlista y por ello algunos de sus antepasados ya habían conocido el exilio. Su abuela Carolina nació en Filipinas y trajo a Estella un toque exótico plantando palmeras en la huerta de la casa solariega de los Urra, apellido arraigado en la ciudad desde antiguo y saga de funcionarios de la administración local. El 10 de septiembre de 1890 Aniana contrajo matrimonio en la ciudad del Ega con Daniel de Irujo. Fruto de este matrimonio nació una extensa prole como Manuel, Josefina, Eusebio, Andrés, Juan Ignacio, Delfín y Pello Mari entre otros. Al parecer, Aniana gozaba de respeto, simpatía, buena posición social y económica, poseía la casa natal de Fray Diego y ayudaba a sus compatriotas necesitados.
Cuando en el año 1896 enjuician a Sabino Arana por ofensas en Bilbao, tomó como abogado defensor a Daniel Irujo. Fruto de esta relación sería la adopción de las ideas nacionalistas por parte de la familia Irujo, uno de cuyos hijos -don Manuel- será diputado, ministro de la República y senador tras la restauración democrática.
Al estallar la guerra civil, en 1936, Aniana Ollo -ya viuda- fue bruscamente detenida por la Guardia Civil mientras se encontraba en el hotel de la sierra de Urbasa acompañada de sus hijos y nietos. Trasladada a la cárcel de Pamplona y estando detenida también en la residencia de las Oblatas, finalmente pudo pasar a Francia en un canje de prisioneros. De ese mismo año es la primera sentencia. En el juicio muchos declarantes, entre otros el Jefe local de la Falange y numerosos vecinos, afirmaron que doña Aniana nunca se mezcló en política ni tampoco influyó en las actividades de su hijo Manuel. Sin embargo, un vocal de la junta de la sociedad tradicionalista advirtió que Aniana estaba afiliada al Partido Nacionalista Vasco –ya ven ustedes que delito-, cosa que tampoco al tribunal le pareció digno de condena. Al año siguiente, el mismo tribunal consideró que no había motivo para que Aniana permaneciera todavía en el extranjero y al no tener intención de regresar, la condenó a cinco mil pesetas de multa. El resto de la familia, también sufrió represalias.
Efectivamente Aniana Ollo, después de pasar un tiempo en la localidad francesa de Capbreton, llegó a Buenos Aires en 1940 donde falleció 20 años después.

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