Recientemente
se han desclasificado en Navarra documentos históricos de la guerra civil
(1936-1939), lo cual es una puerta abierta al paraíso de los investigadores. La
noticia es aún mejor porque los documentos se pueden consultar por internet.
Así, por ejemplo, hay acceso a las fichas de todos los combatientes del bando
sublevado o rebelde que en Estella casi llegan al millar. No se asusten, porque
sus antepasados no eran unos genocidas, ni tampoco franquistas como pretenden
tacharlos los revisionistas de la historia, sino que en su mayor parte eran
voluntarios luchando en la defensa de una causa que ellos consideraron tan
justa, según sus propias convicciones, como la de sus oponentes.
Al
margen de estas fichas personales, me llamaron la atención dos sentencias
judiciales de 1939 y 1940 sobre una mujer de Estella, doña Aniana Ollo, así que
ahondo en el caso. Aniana Ollo Elordi había nacido en Estella en el año 1886.
Era hija única de una familia de ascendencia liberal, lo cual no fue
precisamente fácil en una ciudad carlista y por ello algunos de sus antepasados
ya habían conocido el exilio. Su abuela Carolina nació en Filipinas y trajo a
Estella un toque exótico plantando palmeras en la huerta de la casa solariega de
los Urra, apellido arraigado en la ciudad desde antiguo y saga de funcionarios
de la administración local. El 10 de septiembre de 1890 Aniana contrajo
matrimonio en la ciudad del Ega con Daniel de Irujo. Fruto de este matrimonio
nació una extensa prole como Manuel, Josefina, Eusebio, Andrés, Juan Ignacio,
Delfín y Pello Mari entre otros. Al parecer, Aniana gozaba de respeto,
simpatía, buena posición social y económica, poseía la casa natal de Fray Diego
y ayudaba a sus compatriotas necesitados.
Cuando
en el año 1896 enjuician a Sabino Arana por ofensas en Bilbao, tomó como
abogado defensor a Daniel Irujo. Fruto de esta relación sería la adopción de
las ideas nacionalistas por parte de la familia Irujo, uno de cuyos hijos -don
Manuel- será diputado, ministro de la República y senador tras la restauración
democrática.
Al
estallar la guerra civil, en 1936, Aniana Ollo -ya viuda- fue bruscamente
detenida por la Guardia Civil mientras se encontraba en el hotel de la sierra
de Urbasa acompañada de sus hijos y nietos. Trasladada a la cárcel de Pamplona
y estando detenida también en la residencia de las Oblatas, finalmente pudo
pasar a Francia en un canje de prisioneros. De ese mismo año es la primera
sentencia. En el juicio muchos declarantes, entre otros el Jefe local de la
Falange y numerosos vecinos, afirmaron que doña Aniana nunca se mezcló en
política ni tampoco influyó en las actividades de su hijo Manuel. Sin embargo,
un vocal de la junta de la sociedad tradicionalista advirtió que Aniana estaba
afiliada al Partido Nacionalista Vasco –ya ven ustedes que delito-, cosa que
tampoco al tribunal le pareció digno de condena. Al año siguiente, el mismo
tribunal consideró que no había motivo para que Aniana permaneciera todavía en
el extranjero y al no tener intención de regresar, la condenó a cinco mil
pesetas de multa. El resto de la familia, también sufrió represalias.
Efectivamente
Aniana Ollo, después de pasar un tiempo en la localidad francesa de Capbreton,
llegó a Buenos Aires en 1940 donde falleció 20 años después.
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