Feria de quita y pon 25/11/2016


A veces vivimos demasiado pegados a las tradiciones y éstas se pueden cambiar, evolucionar e incluso perder. Las ferias de San Andrés de Estella hace mucho que perdieron el sabor tradicional y el ambiente callejero y de taberna ligado a la presencia de ganado caballar en la plaza de Santiago. Creo que fue debido al cambio de fechas, y es que el privar al día 30 de noviembre de la feria para trasladarla al domingo más cercano le arrancó la autenticidad que sólo se consigue en los días laborables. Desde entonces la feria parece un evento artificial, una especie de zoológico y un lugar sólo apto para mirones, miembros todos de una marabunta de domingueros con no pocos niños y carritos, siempre omnipresentes.

En cuanto a la fecha, seguimos mirándonos al ombligo y no tenemos en cuenta otras ferias de alrededor ni su calendario y además hemos condenado a los ganaderos a trabajar siempre en domingo, muchos años en coincidencia con el puente festivo de diciembre, que digo yo también tendrán ellos derecho a disfrutarlo.
El escenario urbano de la feria tampoco ayuda: suciedad, incomodidad y sobre todo peligrosidad. En día laborable estos inconvenientes se aplacaban pero también podemos fijarnos en ciudades cercanas como Tafalla o incluso Pamplona -con quien a Estella le gusta compararse más- y ver sus amplias y organizadas campas fuera del casco urbano.
En Pamplona, fue precisamente una feria de ganado equino que todavía se celebra cada 7 de julio lo que dio origen a los Sanfermines en el año 1591.
En Estella, la feria de ganado de San Andrés no es más joven que la de Pamplona, sino que tiene más de 600 años de historia. Además de los mercados semanales, sabemos que en 1251 el rey concedió feria anual durante quince días y en 1435 había autorización para hacer dos ferias francas, es decir libres de impuestos, de ahí la importancia y la concurrencia que adquirían.
Antiguamente este día de San Andrés era uno de los más importantes del año ya que por entonces también se celebraban las fiestas patronales, hasta que fueron trasladadas al primer domingo de agosto en el siglo XVII. Sin embargo, continuó en noviembre la venta de animales que reunía en la plaza de Estella a todos los habitantes y a muchísimos visitantes. Además de la compra venta de la famosa jaca navarra, eran no pocos los negocios alrededor de la feria: abogados, notarios y reuniones de familias que se encontraban para apalabrar bodas o ir a vistas, que se decía cuando un mozo y una moza se conocían después de que sus padres ya hubieran concertado el matrimonio.
Y así hemos llegado hasta nuestros días en los que sin querer variar lo único que pide a gritos un cambio –el escenario- se modificó la fecha que es quizá lo único que no se debiera haber tocado y que con las últimas modificaciones –este año pasa de domingo a sábado- se ha convertido en una feria de quita y pon.
 

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