Mendaza en la Berrueza 11/11/2016


Vamos trayendo a estas líneas vivencias veraniegas como fue el día de la Berrueza, en esta ocasión con Mendaza como pueblo anfitrión. No era la primera vez que íbamos a este pueblo, sino que somos asiduos del mismo ya que puede presumir de tener uno de los mejores balcones naturales al oeste, privilegiado lugar para ver el crepúsculo. Arriba, en lo alto del monte, pendida de un peñasco, la ermita de Santa Coloma de Rieti guarda –además de un impresionante mirador- una curiosa tradición que hoy les narro.


En Mendaza ya había pobladores en la Edad del Hierro, precisamente cerca de esta ermita de Santa Coloma, donde se encontraron varios fragmentos de cerámicas decoradas. Las primeras referencias escritas sobre Mendaza son las de la concesión del Fuero de Marañón por parte de Alfonso el Batallador, en el siglo XII. Con este fuero se concedió a Marañón, villa del alto Ega, varios términos entre los que se encontraba el de Mendaza con sus pastos, hierbas y leña. Más tarde, en el año 1385, el rey Carlos II el Malo perdonó la mitad de los impuestos a los de Mendaza en atención a los daños que la peste y las guerras habían causado a los habitantes del lugar que sólo eran 10 labradores y además muy pobres. Durante la guerra civil de Navarra (siglo XV), Mendaza tomó partido por los beaumonteses. Y poco más podemos añadir en este bosquejo histórico, salvo la importancia de este pueblo en su propio valle. Mendaza fue escenario, desde tiempo inmemorial y hasta bien entrado el siglo XVIII, de las juntas del valle. En estas reuniones había una norma que yo rescataría e impondría para todos los que hoy en día por sistema llegan tarde a las citas, ya sean médicas, profesionales, personales o a las reuniones; si un pueblo llegaba tarde o no asistía a las juntas del valle, tenía una penalización de un cántaro de vino, lo que viene a ser unos 11 litros.
Pero vayamos a la curiosa tradición entorno a Santa Coloma. La advocación ya es singular, primero porque en realidad no es santa sino beata y segundo porque el verdadero nombre de esta religiosa italiana es Colomba y no Coloma. Al parecer –y también esto es singular de Mendaza-, a esta santa se le atribuía una especial protección de las embarazadas y a ella se encomendaban todas las mujeres que se encontraban en estado de buena esperanza. Siguiendo la lógica, el turno para guardar las llaves de la ermita no iba por barrios u orden alfabético, sino que recaía en la última mujer en contraer matrimonio. Era ella quien guardaba la llave de la ermita hasta que se casara la siguiente. Era de suponer que los recién casados quedarían en cinta sin mucha demora y así, con las llaves en casa, resultaba más fácil acceder a la ermita a solicitar protección.
Hoy en día, con o sin embarazo, les recomiendo el lugar porque para llegar a él pasarán por uno de los árboles monumentales de Navarra, la famosa encina de las tres patas, lo cual es un aliciente añadido.
 

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