Este fin de semana, nos
acercaremos a Sesma donde también tenemos buenos amigos. Y la casualidad quiso
que hace unos días escuchara una conversación en un restaurante sobre el
significado del nombre de Sesma. Según el anónimo comensal de voz fuerte de la
mesa de al lado, Sesma se llama así porque era la sexta parte del condado de
Lerín.
Con esta pista nos pusimos a
corroborar la información. La villa sesmera se incorporó al condado de Lerín en
1424 tras un largo periodo de crisis económica y demográfica en el que tuvieron
contraída una deuda de 513 robos de trigo con el judío de Estella Abraham Leví.
Los lingüistas confirman la teoría de que el nombre proviene del latín
“sexima”, es decir la sexta parte. Otras fuentes apuntan a que el nombre se refiere
a la presencia de la planta “sesama” en su término, aunque lo que abunda en la
tierra seca, yesosa y arcillosa de Sesma es el “Lygeum spartum” o esparto en su
variedad conocida como albardín.
El esparto en Sesma fue pan
para los pobres en una época en la que la mayoría de su población era pobre,
porque el jornal en el campo sólo daba para cubrir las necesidades básicas.
Así, cuando los braceros terminaban los trabajos de recogida del cereal en
verano, al no tener tierras propias para sobrevivir, en invierno ocupaban su
tiempo en el trabajo del esparto. El trabajo del esparto en Sesma es de tiempo
inmemorial. La primera referencia escrita es muy tardía, de 1845, cuando Madoz
recoge en su enciclopedia la existencia de la elaboración del esparto en cuerdas
a la que dice se dedicaban 40 personas de los 1000 habitantes de la villa. A
principios del siglo XX las familias jornaleras se agruparon en una obra social
como fue el Sindicato de Esparteros, que funcionó hasta 1960.
El trabajo consistía en recoger
el albardín seco o verde de los ribazos, montes y eriales arrancando los
matojos y enrollándolos en la mano. Después, una vez en el pueblo, se extendían
para secarlo en eras comunitarias para posteriormente preparar la fibra
majándola –curioso el verbo majar empleado en el pasado como amenaza cuando los
niños hacían trastadas-. Más tarde la fibra se hilaba o torcía con las manos y
ya quedaba lista la cuerda para la elaboración de alforjas, esteras o serones.
Sesma hizo con el esparto de la
necesidad virtud y hoy en día ya nadie podría sustentar la manida maldición
calé “a Sesma te cases”, sino que la villa ha sabido atraer a industrias de
tecnología puntera para enriquecerla, a la que se ha sumado una potente
producción agroalimentaria con el regadío del monte donde se cultivan además de
todo tipo de hortalizas, olivas, uvas, nueces y arañones y se elaboran
productos tan variados como el turrón o la cerveza.
Todo esto, la historia pasada
del albardín y la Sesma próspera y moderna, se muestra una vez más el próximo
domingo en la feria Artesparto de esta localidad de la ribera estellesa.
Imagen de Naturalis Muebles Ecológicos
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