Desde japón a Morentin y Allo 04/03/2016


La fascinación de nuestra civilización occidental por oriente ha sido una constante desde hace siglos. Así, cuando los imperios español y portugués se lanzaron surcando los mares hacia la India, China o Japón, no pocos navarros se embarcaron en la aventura.

Abriendo los grandes caminos de la navegación marinos, comerciantes, exploradores y misioneros arribaron a esas lejanas tierras, cada uno con su cometido. Sorprendentemente, aquellos compatriotas antepasados nuestros se integraron de forma rápida en la sociedad japonesa. Se dio una circunstancia favorable y es que coincidieron unos años, desde 1560 hasta 1630, en los que hubo un periodo de paz en Japón. Los jefes militares que controlaban aquella complicada sociedad, permitieron a los españoles llevar a cabo sus actividades de forma natural.
Muy pronto los comerciantes, nobles y misioneros se dieron cuenta del gusto del arte oriental en el trabajo de la madera, acabada con laca Namban. Esta laca es una savia vegetal transparente y venenosa que los japoneses extraían de un árbol y que tintada con añil la aplicaban en cofres o arquetas de madera. Estas arquetas eran además decoradas con otros materiales como el oro o el nácar y por supuesto con dibujos de los elementos favoritos de los japoneses: cerezos, naranjitos y peonías.
Los nobles y misioneros –jesuítas en su mayor parte- encargaron estos trabajos para sus palacios, conventos o parroquias de Navarra. Una vez terminado el encargo todavía les quedaba a las arquetas un largo recorrido y es que debían venir a Navarra dando la vuelta al mundo. Desde Japón atravesaban el Pacífico hasta Acapulco (México). Desde allí, cruzando el entonces virreinato de Nueva España, embarcaban en Veracruz hacia La Habana y desde Cuba por el Atlántico llegaban a Sevilla para después ser transportadas a pueblos como Morentin o Allo. Es meritorio que estas dos localidades hayan conservado sendas piezas encargadas en el siglo XVI en el otro lado del mundo.
El caso de Allo es más curioso porque la pieza conservada (un sagrario con forma de templete italiano hexagonal y cubierto con una cúpula) se hizo en México pero siguiendo las técnicas y decoración que por el Pacífico llegaban desde Japón. Hecha con madera traída desde las “Indias” y con nácar, es una muestra más del atractivo e influencia del oriente, también en América.
¿Qué por qué les cuento hoy esto? Pues porque el Museo de Navarra acaba de clausurar una exposición sobre el arte en Laca Namban en Navarra procedente de Japón, sonde se han exhibido 17 piezas entre las que se encontraban la ya mencionada de Allo y otra arqueta procedente de la iglesia de Morentin. El Catálogo Monumental califica a la pieza de Morentin de exótica, por sus incrustaciones de nácar que dibujan motivos vegetales estilizados y aves.
La muestra ha coincidido con la restauración y estudio de estas piezas por parte del Gobierno de Navarra, lo cual tiene su mérito en una época de vacas flacas presupuestarias para este tipo de cosas. A partir de ahora, las piezas podrán ser contempladas de nuevo en los pueblos para los que fueron encargadas.

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