La fascinación de nuestra
civilización occidental por oriente ha sido una constante desde hace siglos.
Así, cuando los imperios español y portugués se lanzaron surcando los mares
hacia la India, China o Japón, no pocos navarros se embarcaron en la aventura.
Abriendo los grandes caminos de
la navegación marinos, comerciantes, exploradores y misioneros arribaron a esas
lejanas tierras, cada uno con su cometido. Sorprendentemente, aquellos
compatriotas antepasados nuestros se integraron de forma rápida en la sociedad
japonesa. Se dio una circunstancia favorable y es que coincidieron unos años,
desde 1560 hasta 1630, en los que hubo un periodo de paz en Japón. Los jefes
militares que controlaban aquella complicada sociedad, permitieron a los
españoles llevar a cabo sus actividades de forma natural.
Muy pronto los comerciantes,
nobles y misioneros se dieron cuenta del gusto del arte oriental en el trabajo
de la madera, acabada con laca Namban. Esta laca es una savia vegetal transparente
y venenosa que los japoneses extraían de un árbol y que tintada con añil la
aplicaban en cofres o arquetas de madera. Estas arquetas eran además decoradas
con otros materiales como el oro o el nácar y por supuesto con dibujos de los
elementos favoritos de los japoneses: cerezos, naranjitos y peonías.
Los nobles y misioneros
–jesuítas en su mayor parte- encargaron estos trabajos para sus palacios,
conventos o parroquias de Navarra. Una vez terminado el encargo todavía les
quedaba a las arquetas un largo recorrido y es que debían venir a Navarra dando
la vuelta al mundo. Desde Japón atravesaban el Pacífico hasta Acapulco
(México). Desde allí, cruzando el entonces virreinato de Nueva España,
embarcaban en Veracruz hacia La Habana y desde Cuba por el Atlántico llegaban a
Sevilla para después ser transportadas a pueblos como Morentin o Allo. Es
meritorio que estas dos localidades hayan conservado sendas piezas encargadas
en el siglo XVI en el otro lado del mundo.
El caso de Allo es más curioso
porque la pieza conservada (un sagrario con forma de templete italiano
hexagonal y cubierto con una cúpula) se hizo en México pero siguiendo las
técnicas y decoración que por el Pacífico llegaban desde Japón. Hecha con
madera traída desde las “Indias” y con nácar, es una muestra más del atractivo
e influencia del oriente, también en América.
¿Qué por qué les cuento hoy
esto? Pues porque el Museo de Navarra acaba de clausurar una exposición sobre
el arte en Laca Namban en Navarra procedente de Japón, sonde se han exhibido 17
piezas entre las que se encontraban la ya mencionada de Allo y otra arqueta
procedente de la iglesia de Morentin. El Catálogo Monumental califica a la
pieza de Morentin de exótica, por sus incrustaciones de nácar que dibujan
motivos vegetales estilizados y aves.
La muestra ha coincidido con la
restauración y estudio de estas piezas por parte del Gobierno de Navarra, lo
cual tiene su mérito en una época de vacas flacas presupuestarias para este
tipo de cosas. A partir de ahora, las piezas podrán ser contempladas de nuevo
en los pueblos para los que fueron encargadas.
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