No puede entenderse la
trayectoria personal y creativa de José Mª Jimeno Jurío (Artajona 1927-Pamplona
2002) sin Estella. Ahora que el Gobierno de Navarra le acaba de conceder la
Medalla de Oro a título póstumo y que será entregada a su familia el próximo
día 3 de diciembre, recordamos los estrechos vínculos del historiador con la
merindad estellesa.
La figura de Jimeno Jurío es
del todo polifacética. A los 19 años ya obtuvo el título de maestro y como tal
ejerció en Noáin y Lerga. Después ingresó en el Seminario de Pamplona y se
ordenó sacerdote con 29 años, en 1956.
Su nombramiento como párroco de
Bearin le hizo entrar en contacto con la cercana Estella, al ejercer al mismo
tiempo su profesión de maestro en el recién abierto Colegio del Puy. En Estella
Jimeno Jurío desarrolló sus inquietudes jacobeas. Ya había estado en Santiago
en 1948 en una peregrinación de jóvenes y en el Jubileo de 1954. Así, de la
pionera Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Estella y animados por su
presidente y secretario del Ayuntamiento, Francisco Beruete, partió Jimeno
Jurío en la famosa peregrinación de 1963 junto a Antonio Roa y Jaime Eguaras.
Fue un Jimeno Jurío con mermada salud la clave del éxito de aquella
peregrinación para la que no solo hizo el itinerario, sino que puso la garantía
de futuro para otras marchas. La peregrinación de 1963 marcó el devenir de
aquellos tres protagonistas, pero también del Camino en los tiempos modernos.
En 1970 José Mª Jimeno decide
dejar el sacerdocio y secularizarse. Esta decisión no fue fácil sino que se
produjo tras un periodo de profunda reflexión que tuvo como escenario Estella.
Francisco Beruete, hombre generoso y abierto, le cedió su casa y finca de
Galdarrain para que tranquilo y alejado del mundanal ruido, en el paraje donde
el Ega y el Urederra unen sus aguas, pudiera discernir su futuro.
Después, como investigador
incansable están sus libros de toponimia navarra, una monumental obra de 60
tomos. En esta labor investigadora publicó artículos sobre el libro Rubro de
Iranzu –de lo poco que se salvó en el incendio del convento de San Francisco de
Estella en 1813 y que ahora se conserva en el Archivo Histórico Nacional de
Madrid- y sobre las escuelas de primeras letras de Estella o Estudio de
Gramática.
Son valiosos para los amantes
del folklore estellés, los artículos de Jimeno Jurío en la revista Dantzariak
sobre Directores y Maestros de Danzas en Estella. Recoge una nómina de
personajes que dirigieron las actuaciones en los siglos XVI y XVII, así como de
los gaiteros que también actuaban por encargo y a costa de las arcas
municipales en las fiestas del Corpus, del 30 de noviembre y de agosto en esos
mismos siglos.
La obra más importante sobre la
ciudad del Ega además de un libro de censos fue Estella y sus calles (1997)
donde hace un recorrido por los nombres y la historia de cada rincón. Unas
calles que le vieron pasar como profesor, sacerdote, peregrino, investigador y
al que ahora se le ha distinguido merecidamente con el máximo galardón de su
tierra.
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