El mejor rincón de Navarra 30/10/2015


Ya es un hecho que nadie podrá cambiar y un reconocimiento que no le será retirado: el Monasterio de Iranzu ha sido elegido por la Guía Repsol como representante de Navarra al Mejor Rincón 2015 de España.

Puede parecer exagerado, pero si reflexionamos sobre los innumerables parajes de la geografía foral que podían haber sustituido a Iranzu en la candidatura, ninguno de ellos llega al pleno en la combinación de arte y naturaleza accesible y cercano al hombre urbano, pero alejado al mismo tiempo del mundanal ruido.

Los museos y los grandes monumentos palaciegos o catedralicios quedan algo distorsionados en cuanto el visitante vuelve a poner el pie en las ciudades o pueblos que los rodean. Visitar fenómenos naturales de altos picos, nacederos de ríos o cuevas resultan experiencias inigualables pero un tanto efímeras. Sin embargo, en Iranzu convergen varios aspectos que lo hacen único.

Tras el cañón de acceso desde Abárzuza –en otros tiempos intransitable por lo abrupto del desfiladero- se abre un hermoso valle en el que los monjes que idearon el monasterio y los visitantes actuales sólo pueden ver el cielo en la vertical tras la cima de los empinados montes, como si de una metáfora entre la vida real y espiritual se tratara. Por eso escogieron este lugar para ubicar el monasterio: el cielo sólo se alcanza tras larga subida por riscos y senderos. Debajo tenemos la plácida llanura donde se asienta Iranzu y la sobriedad de sus muros milenarios, como los del claustro cisterciense y gótico.

Últimamente se han habilitado con acierto nuevos espacios como un jardín de estelas y la contigua iglesia de San Adrián, embrión del monasterio en el siglo XII. Entrar en esta minúscula capilla es imaginar también la pequeñez con la que aquellos hombres comenzaron la gran obra de Iranzu. Hombres labrados a sí mismos como aquel monje experto en medicina natural que durante un invierno, al ir a buscar una preciada planta, fue sorprendido por una tormenta de nieve muriendo en el pico más alto de la montaña. Desde entonces la cumbre tomó el nombre del monje: Dulanz. O el del organista enamorado de la música, que al descubrir que en la desamortización se habían llevado el órgano de la iglesia se volvió loco y desde entonces cada vez que el viento soplaba en las desvencijadas paredes monacales, se deleitaba en ello. Y es que en Iranzu -acompañado o no de viejas leyendas- hasta el viento se transforma y toma sentido más allá de lo cotidiano que puede resultar en cualquier otro lugar.

Ahora a nosotros no sólo nos queda esperar el resultado de la elección de la Guía, sino que podemos aportar nuestro grano de arena votando en la página web www.guiarepsol.com/es/turismo/el-mejor-rincon-2015 para que Iranzu sea declarado el Mejor Rincón de España.

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