Todos cometemos errores y,
aunque nos cueste reconocerlo, estas equivocaciones nos recuerdan nuestra pobre
condición humana. Las faltas pueden ser por acción u omisión y en el caso que
hoy nos ocupa fue por olvidar en la nómina de personajes ilustres del libro que
dediqué a Arbeiza a Julián Arteaga, famoso arquitecto oriundo de esta localidad
mugante con Estella.
Ya hace tiempo que habíamos
descubierto el gazapo, pero el nombre de Julián Arteaga ha saltado ahora a la
actualidad política porque, en el ejercicio de revisionismo histórico de las
nuevas autoridades municipales de Pamplona, Arteaga va a sustituir el nombre de
una calle del primer ensanche pamplonés.
Con el permiso de
los ahora denostados Hermanos Imaz –cuyos méritos militares no vamos a
cuestionar- apunto aquí que Julián Arteaga Saenz de San Pedro nació en Arbeiza
en 1850. Pertenecía a una familia destacada de la nobleza regional. Los Arteaga
poseían varios palacios de cabo de armería en Navarra en régimen de mayorazgo
(bienes indivisibles para el hermano mayor). Su antepasado Joaquín Arteaga y
Zalduendo fue uno de esos personajes casi mitológicos por las cosas que se
contaban sobre sus riquezas y extravagantes disposiciones testamentarias. Hizo
que en su funeral se matara un carnero, cuatro pavos, ocho cabritos, se
gastaran seis libras de vaca, once pesetas para el hábito de amortajar, once
pesetas para la bayeta y trenzaderas para la caja, siete pesetas para la caja,
dos libras de almendras garrapiñadas y tostadas, dos libras de azúcar y una de
arroz, una libra de bizcochos y 52 reales para la cera del entierro entre otros
gastos.
Joaquín Arteaga
tuvo al menos dos hermanos. Esteban cedió en 1924 una colección de trajes
regionales y otros objetos antiguos para una gran exposición nacional. De su
hermano Gervasio descendían las últimas propietarias del mayorazgo, señoritas
de viajar en calesa, pasear con parasol y tomar el té en porcelana cara. A su
muerte, el legado de los palacios con abundantes cuadros y una gran biblioteca
también desapareció.
Pero volviendo a
Joaquín Arteaga, sabemos que se formó en la Escuela Superior de Arquitectura de
Madrid. Allí coincidió con los grandes maestros del historicismo madrileño. Al
concluir sus estudios logró plaza de arquitecto municipal en Tudela y después
de Pamplona donde trabajó desde 1888 hasta su jubilación en 1915. Durante este
tiempo le tocó diseñar el primer ensanche y realizó el anteproyecto del
segundo. Sus obras más destacadas fueron el Palacio de Justicia, sede del
actual Parlamento (1892), las escuelas municipales de San Francisco (1902) y la
nueva cárcel (1900). A pesar de su obra ecléctica, un tanto clásica, Julián
Arteaga introdujo unas interesantes pinceladas modernistas en un portal del
paseo de Sarasate, unos escaparates en la calle Calceteros y en unos balcones
en la calle Curia. También impartió clases en la Escuela de Artes y Oficios de
Pamplona, ciudad en la que murió en el año 1921.
Ahora
el arquitecto Arteaga ya tiene su reconocimiento, aunque sea por medio de
carambolas políticas o reparación de omisiones literarias.
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