Julián Arteaga 16/10/2015


Todos cometemos errores y, aunque nos cueste reconocerlo, estas equivocaciones nos recuerdan nuestra pobre condición humana. Las faltas pueden ser por acción u omisión y en el caso que hoy nos ocupa fue por olvidar en la nómina de personajes ilustres del libro que dediqué a Arbeiza a Julián Arteaga, famoso arquitecto oriundo de esta localidad mugante con Estella.

Ya hace tiempo que habíamos descubierto el gazapo, pero el nombre de Julián Arteaga ha saltado ahora a la actualidad política porque, en el ejercicio de revisionismo histórico de las nuevas autoridades municipales de Pamplona, Arteaga va a sustituir el nombre de una calle del primer ensanche pamplonés.
Con el permiso de los ahora denostados Hermanos Imaz –cuyos méritos militares no vamos a cuestionar- apunto aquí que Julián Arteaga Saenz de San Pedro nació en Arbeiza en 1850. Pertenecía a una familia destacada de la nobleza regional. Los Arteaga poseían varios palacios de cabo de armería en Navarra en régimen de mayorazgo (bienes indivisibles para el hermano mayor). Su antepasado Joaquín Arteaga y Zalduendo fue uno de esos personajes casi mitológicos por las cosas que se contaban sobre sus riquezas y extravagantes disposiciones testamentarias. Hizo que en su funeral se matara un carnero, cuatro pavos, ocho cabritos, se gastaran seis libras de vaca, once pesetas para el hábito de amortajar, once pesetas para la bayeta y trenzaderas para la caja, siete pesetas para la caja, dos libras de almendras garrapiñadas y tostadas, dos libras de azúcar y una de arroz, una libra de bizcochos y 52 reales para la cera del entierro entre otros gastos.
Joaquín Arteaga tuvo al menos dos hermanos. Esteban cedió en 1924 una colección de trajes regionales y otros objetos antiguos para una gran exposición nacional. De su hermano Gervasio descendían las últimas propietarias del mayorazgo, señoritas de viajar en calesa, pasear con parasol y tomar el té en porcelana cara. A su muerte, el legado de los palacios con abundantes cuadros y una gran biblioteca también desapareció.
Pero volviendo a Joaquín Arteaga, sabemos que se formó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Allí coincidió con los grandes maestros del historicismo madrileño. Al concluir sus estudios logró plaza de arquitecto municipal en Tudela y después de Pamplona donde trabajó desde 1888 hasta su jubilación en 1915. Durante este tiempo le tocó diseñar el primer ensanche y realizó el anteproyecto del segundo. Sus obras más destacadas fueron el Palacio de Justicia, sede del actual Parlamento (1892), las escuelas municipales de San Francisco (1902) y la nueva cárcel (1900). A pesar de su obra ecléctica, un tanto clásica, Julián Arteaga introdujo unas interesantes pinceladas modernistas en un portal del paseo de Sarasate, unos escaparates en la calle Calceteros y en unos balcones en la calle Curia. También impartió clases en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, ciudad en la que murió en el año 1921.
Ahora el arquitecto Arteaga ya tiene su reconocimiento, aunque sea por medio de carambolas políticas o reparación de omisiones literarias.

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