El Ega por Granada 05/06/15


Siempre me llamó la atención el topónimo Granada, tan alejado de la ciudad andaluza y con el que se conoce en nuestra tierra nada menos que a una finca, un ducado y un palacio. Pero vayamos por partes.

Para encontrar la finca nos tenemos que trasladar hasta Acedo. Lo mejor es hacerlo por la vía verde del antiguo ferrocarril a Vitoria. Una vez dejado atrás Ancín, enseguida reparamos en este recóndito y antiguo señorío, puerta del valle de la Berrueza. Allí el constructor Tomás Urbina hizo en 1925 un apeadero que constaba de dos viviendas destinadas a alojar a los trabajadores empleados en la construcción, mantenimiento y mejora de la línea férrea. Además, para que el tren a Vitoria sortease el río Ega se hizo, también en 1925, el puente y el túnel de Granada. El diccionario geográfico histórico de 1802 califica a Granada de Ega como granja, lo mismo que a Estemblo y a Cábrega, todas ellas en la Berrueza. En realidad, Granada de Ega fue un caserío con dos edificios: una iglesia dedicada a San Miguel y otra casa que se utilizó con el tiempo, al igual que el primero, como almacén de labranza. Algunas fuentes dicen que el lugar estuvo habitado hasta el año 1960. De la antigua iglesia, después ermita, no quedó siquiera la imagen del titular pues se vendió a un chamarilero.
En cuanto a la familia, los duques de Granada engarzan directamente con el origen más remoto del reino de Navarra, los Aznárez. El duque Eudón Aznar fue progenitor común de los reyes de Navarra y de Aragón. La última descendiente del linaje, Juana Aznárez, casó con Martín de Azpilcueta y fueron ambos los abuelos maternos de San Francisco Javier. Precisamente de uno de los hermanos del santo, Miguel, casado en 1521 con Isabel de Goñi y Peralta, hija del señor de Tirapu, es de donde descienden los condes de Javier, duques de Villahermosa, Granada y Luna.
Y por último nos queda el palacio estellés de los duques de Granada de Ega, al que sin demasiada justicia la memoria y el conocimiento popular le ha privado de este nombre para denominarlo palacio de los Reyes de Navarra. Este monumento románico fue durante años la residencia de los duques de Granada. El título se lo concedió Felipe V a Juan de Idiáquez en 1729. Al tercer duque, Ignacio de Idiáquez y Aznárez ya lo encontramos nacido en Estella en 1713. El cuatro, Francisco de Borja, también nació en la ciudad del Ega en 1755. Unos años después, la familia traslada su residencia a Madrid. Sí, en Madrid también hay un palacio de los Duques de Granada, el actual Hotel Tryp Ambassador situado junto al Madrid de los Austrias.
De todas estas Granadas resulta fácil elegir y explayarse con la finca, tintada en esta época desde el blanco de la flor del chopo que deja el paisaje como si estuviera nevado, hasta el negro de las esparragueras produciendo sus últimos frutos. Entre medio la flor del saúco, los verdes encinares, las huertas, el cereal y el horizonte de la crestería caliza de Lóquiz. Los restos de las edificaciones surcadas por las enredaderas, antaño ocupadas por viajeros, ferroviarios, pastores y labradores, hoy dejan paso a numerosos excursionistas que buscan la llanura sombría de un camino que el Ega acaricia a su paso por Granada.

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