Nos cuenta el Quijote que en una ocasión camino de
Zaragoza, siendo testigo el famoso hidalgo de la Mancha, se perdió un burro en
el monte en la zona donde mugaban dos municipios. Pasados quince días desde que
el asno faltara, salieron en su búsqueda los alcaldes de los dos pueblos. Como
el monte era muy grande, resolvieron los mandatarios comenzar a rebuznar para
que el pollino respondiera o apareciera al escuchar su propio “idioma”. Pero no
tuvieron suerte y el burro apareció muerto. A pesar del triste final, los
regidores quedaron satisfechos por el buen trabajo realizado y durante muchos
años se dijo en toda la comarca: No rebuznaron en balde el uno y el otro
alcalde.
Pues bien, andan
esta temporada los primeros ediles -o los aspirantes a ello- muy ocupados y
preocupados en buscar los votos –que no los burros- para las próximas
elecciones. Y para ello no dudan en emplear un lenguaje y propuestas cercanas a
los ciudadanos. Otra cosa bien distinta es que éstos les respondan con su voto
en las urnas, porque podrían estar bien los lemas, propuestas y principios si
no los dejaran aparcados a las primeras de cambio. Por ejemplo, algo muy
repetido en todos ellos es que quieren trabajar por el pueblo aunque
quizá después ponen más ahínco en trabajar por amigos, familiares o conocidos,
que por supuesto son también pueblo. Luego están los sueldos y dietas
que ganan al trabajar por el pueblo, alguna que otra suculenta comida y
otras prebendas. Y es que parece que los sueldos han terminado con el servicio
y la entrega desinteresada al ciudadano para convertir a nuestros
representantes en meros empleados o funcionarios sin opositar de pueblos en los
que apenas viven unas decenas de personas. Cosas como estas también alejan a la
clase política de los ciudadanos y no hace falta irse a los gobiernos de
Pamplona o Madrid para verlo.
Cuando el
municipio es más grande no crean que hay mucha originalidad en los mensajes
para la búsqueda del voto. Hace unos lustros eran los ciclos de 0 a 3 años,
polideportivos, piscinas, polígonos o suelo industrial, centros culturales y
otras infraestructuras, que no dijeron –o no pensaron- cómo iban a pagar y dejaron
las arcas vacías. Más llamativo es el atrevimiento –como en Ayegui- a impulsar
un colegio nuevo cuando disponen de uno concertado en el propio municipio y
otro público a menos de un kilómetro. Porque habas contadas es el hacerlo pero
cosa bien distinta el mantenerlo.
Algo debe de
tener el poder municipal o a pequeña escala porque la mayor parte de los
responsables de los ayuntamientos se siguen negando rotundamente a cualquier
fusión del mapa local, algo que a la postre beneficiaría al contribuyente si aplicaran
las sinergias que saltan a la vista tan sólo en sueldos públicos y número de
ediles perfectamente prescindibles.
En fin,
seguiremos dejando que nos hagan propuestas de cambio para que nada cambie
–fíjense en la regeneración de los cabezas de lista en Estella-, aunque muchas
veces lo pasado y lo que está por venir nos parezcan rebuznos quijotescos.
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