Grocin y los Ramírez de Arellano 16/01/15


Hay personas que al llegar a la jubilación emplean su tiempo en tareas menos comunes que pasear, cuidar nietos, atender la huerta o viajar. Una de ellas es Alfonso Elbusto, al que conocí en activo profesionalmente y que ahora ha indagado en sus raíces genealógicas para saber algo más de sus antepasados. Sin pretenderlo, ha contrastado datos que superan el interés familiar e incluso local. Es tarea apasionante el probar con documentos las viejas historias narradas por los abuelos sobre la importancia de una casa, el origen del escudo, del apellido o incluso, como en este caso, la propiedad de una capilla.

En Grocin hubo desde antiguo una casa-palacio con sus defensas, sus construcciones anejas y un caserío abigarrado construido a su alrededor al servicio de los señores ya fuera en el cultivo de los campos, cuidado de animales o en la leva de armas para el rey de Navarra, al que estaban llamados en caso de guerra todos los nobles. El palacio pertenecía a los Périz de Grocin o a los Grocin. Y como la nobleza –aunque fuera rural- no juntaba sangre con el pueblo llano, allá por el siglo XVII emparentó esta casa con los Ramírez de Arellano, originarios del pueblo homónimo y a los cuales el rey Carlos II les había entregado la villa para ejercer señorío sobre ella desde 1365.
Los Ramírez de Arellano quisieron dejar claro su origen al llegar a Grocin y consiguieron actualizar la prueba de su hidalguía en los tribunales de justicia en 1695. Para entonces la familia ya estaba extendida por otros pueblos, así que cada uno de los cuatro hermanos ejerció su derecho a colocar el correspondiente escudo de armas con dos grandes leones que lo sujetan y en su interior lobos, calderos, aspas y la flor de lis, símbolo heráldico muy extendido.
Es difícil que después de mas de 300 años las casas donde residieron estos hermanos conserven todavía los escudos, todos ellos idénticos, fotocopias en piedra válidas y compulsadas de su estatus en aquella sociedad estamental. Pero en este caso sí, en un periplo por Arróniz, Barbarin y Urbiola lo podemos comprobar, así como en Larraga o Lazagurría, pueblos a donde la familia se extendió más tarde.
Y en Grocin resiste este palacio hoy restaurado y reconvertido en casa con torre medieval en un costado, amplia escalera de piedra sostenida por antiguas, robustas y decoradas columnas, enormes salas, pozo profundo con brocal medieval en cuidado jardín e incluso el calabozo con la vieja cadena y la piedra horizontal que hacía de camastro a los prisioneros. Como anécdota conserva también los cuernos de Liosa, aquella famosa vaquilla escapada de la plaza de Toros de Estella en las fiestas de 1994 y que tantas viñetas protagonizó en este periódico. El animal fue abatido en los campos de Grocin tras varios meses de fuga.
Cualquier pueblo, por pequeño que sea, tiene sus historias pasadas o recientes, menudas o con mayúsculas y también tiene a gente dispuesta a compartir la importancia de lugares que como Grocin, donde apenas residen una docena de personas, están tristemente condenados a la despoblación pero no al olvido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario