El culebrón de Zufía 26/12/14


Joaquín Ansorena, compañero de columna, acaba de hacer grande una cosa pequeña, o mejor dicho de situarla en el lugar que merece ésta y otras viejas historias de Tierra Estella. En este caso “El culebrón de Zufía” es un hecho verídico ocurrido en vísperas de la guerra civil de 1936.
No se lo voy a contar aquí por razón de espacio y por no destripar el asunto ante el potencial lector, pero sí darles la pista de que el culebrón está recién salido del horno de Ediciones Artesanales y Encuadernación de Luis Mª Artica. El breve cuento tiene su verdadero origen en la fuente inagotable que sobre temas costumbristas es Ramón Ábrego, quien cada vez que lo encuentro me hace siempre el mejor regalo: una historia.
El culebrón de Zufía tiene todos los ingredientes para pasar un rato agradable y reir: personajes de Legaria, Metauten y Murieta, una mujer con tendencia a exagerar las cosas, la Guardia Civil, el Ejército e incluso unos comediantes de Hungría.
Como escenario el pequeño concejo de Zufía, nombre de clara proveniencia del vascuence Zubía, es decir puente. El puente no puede ser otro que el antiguo y hoy en dique seco –porque el cauce del Ega ya no lo baña sino que cambió caprichosamente su recorrido- puente medieval de Igúzquiza, que está alineado con un paso natural abierto entre el monte y llega directamente al pueblo de Zufía. Siempre me llamó la atención este monte abigarrado de encinas en donde es fácil encontrar enormes “caracoles” de mar, testigos de tiempos tan pretéritos como hace 113 millones de años, que es según los expertos cuando se formaron estas estructuras fósiles a partir nada menos que de ostras y de corales, allí por el Albiense Superior - Cenomaniense inferior.
También es llamativo el nombre del paraje, “La Encomienda”, el cual apunta sin duda alguna al origen que luego nos confirman los documentos. En 1192 el propietario de Zufía y su monte era García Almorabid quien lo donó a la orden de San Juan de Jerusalén. La orden sucesora de los templarios lo incluyó en la administración de la encomienda de Bargota.
Y sin salir de este monte encontramos otra curiosidad que es el meollo del culebrón. Las encinas que lo pueblan son muy ricas en taninos y eran utilizadas antiguamente para teñir pieles. Zufía, balsa de Zalaita, ermita de La Blanca, puente sin río, caracolas sin mar, monte roído y encinas para tintar. La solución en el folleto.

3 comentarios:

  1. Buena Tardes,
    Donde has encontrado la información sobre el culebrón de Zufía? Ya que yo no consigo ver nada. Gracias adelantadas ^^

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    1. Buenas noches y gracias por tu consulta.
      La historia me la facilito un amigo común de Ramón Abrego y mío, que me presto un pequeño folleto del que se han editado muy pocos ejemplares, quizá no lleguen a 10. De todas formas, a posteriori de mi artículo también he podido leer esta historia en unos cuadernos de etnografía de Navarra de Ángel Elvira e Inés Sainz. Estos escritores de Mendavia editaron varios de estos cuadernos o libros con leyendas. Es fácil de encontrarlos en cualquier biblioteca pública e incluso en internet.
      Espero haberte aclarado y quedo a tu disposición.
      Un saludo,
      Carmelo San Martín

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    2. Muchas Gracias por la respuesta, estuve investigando y terminé encontrando un libro llamado "Personas, leyendas e historias de la tierra" de Juan Satrustegui, donde aparece lo que se creyo que era, la realidad y la versión que contó Ramón Ábrego

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