El próximo viernes 27 de junio se cumplen 140 años de la
muerte del general Concha en Casa Munárriz de Abárzuza. Pocas muertes en la
historia de Navarra han resultado tan fetiches como la de Manuel Gutiérrez de
la Concha en 1874, tras la batalla del monte Muru.
Aquel día tiene
lugar una sangrienta jornada de guerra. Los liberales, muy superiores en
fuerzas y armamento, no son capaces de tomar Murugarren desde Zábal y eso que
lo intentaron durante tres veces en el mismo día. Su general Concha contempla
desde Abárzuza cómo las tropas tampoco avanzan en el monte Muru, donde se
resisten los carlistas muy bien atrincherados. Son ya las siete de la tarde
cuando Concha sale del pueblo y se dirige hacia el cercano Muru para comprobar
el desarrollo de los combates. Al ver el gran número de bajas y el desánimo
entre sus tropas, ordena la retirada. En ese momento, una bala procedente de un
batallón carlista navarro le atraviesa el pecho.
Herido de
muerte, el marqués del Duero es trasladado en su caballo por el campo de
batalla –cual Cid Campeador- hasta Casa Munárriz. Allí lo suben a la alcoba
donde se había alojado la noche anterior, contigua a la sala donde -también la
víspera- había celebrado el que iba a ser su último consejo de guerra. Al
trasladar su cuerpo desde la camilla a la cama, un gran coágulo de sangre cae
en el suelo de la alcoba. La sábana y la colcha quedan también manchadas. Entre
los testigos se encuentra el doctor Nicasio Landa, fundador de Cruz Roja. A las
nueve de la noche se apaga la vida de Concha y su cadáver es sacado en secreto
de la casa para trasladarlo por Zábal y Oteiza hasta Tafalla, y después en tren
a Madrid.
En Casa Munárriz
queda hasta nuestros días la baldosa –arrancada del suelo y enmarcada en la
pared-, la sábana que se exhibió en el balcón al día siguiente, la colcha, un
antiguo cuadro del Calvario ante el cual el doctor rezó cuando supo que el
general moría y un libro de firmas de los cientos de peregrinos que han
desfilado por allí en estos 140 años. Los sensibles al más allá incluso dicen
reconocer todavía el espíritu del general deambulando por la casa.
Y en el sitio
donde Concha fue herido, un monumento recuerda el hecho. Una columna truncada
representa la vida del gran estratega, del general con mayor prestigio del
ejército que después del éxito en el levantamiento del sitio de Bilbao se
disponía a tomar Estella. En el monumento, la siguiente inscripción: “Un buen
morir dura toda la vida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario