Concha, la columna truncada 20/06/14


El próximo viernes 27 de junio se cumplen 140 años de la muerte del general Concha en Casa Munárriz de Abárzuza. Pocas muertes en la historia de Navarra han resultado tan fetiches como la de Manuel Gutiérrez de la Concha en 1874, tras la batalla del monte Muru.

    Aquel día tiene lugar una sangrienta jornada de guerra. Los liberales, muy superiores en fuerzas y armamento, no son capaces de tomar Murugarren desde Zábal y eso que lo intentaron durante tres veces en el mismo día. Su general Concha contempla desde Abárzuza cómo las tropas tampoco avanzan en el monte Muru, donde se resisten los carlistas muy bien atrincherados. Son ya las siete de la tarde cuando Concha sale del pueblo y se dirige hacia el cercano Muru para comprobar el desarrollo de los combates. Al ver el gran número de bajas y el desánimo entre sus tropas, ordena la retirada. En ese momento, una bala procedente de un batallón carlista navarro le atraviesa el pecho.
    Herido de muerte, el marqués del Duero es trasladado en su caballo por el campo de batalla –cual Cid Campeador- hasta Casa Munárriz. Allí lo suben a la alcoba donde se había alojado la noche anterior, contigua a la sala donde -también la víspera- había celebrado el que iba a ser su último consejo de guerra. Al trasladar su cuerpo desde la camilla a la cama, un gran coágulo de sangre cae en el suelo de la alcoba. La sábana y la colcha quedan también manchadas. Entre los testigos se encuentra el doctor Nicasio Landa, fundador de Cruz Roja. A las nueve de la noche se apaga la vida de Concha y su cadáver es sacado en secreto de la casa para trasladarlo por Zábal y Oteiza hasta Tafalla, y después en tren a Madrid.
    En Casa Munárriz queda hasta nuestros días la baldosa –arrancada del suelo y enmarcada en la pared-, la sábana que se exhibió en el balcón al día siguiente, la colcha, un antiguo cuadro del Calvario ante el cual el doctor rezó cuando supo que el general moría y un libro de firmas de los cientos de peregrinos que han desfilado por allí en estos 140 años. Los sensibles al más allá incluso dicen reconocer todavía el espíritu del general deambulando por la casa.
    Y en el sitio donde Concha fue herido, un monumento recuerda el hecho. Una columna truncada representa la vida del gran estratega, del general con mayor prestigio del ejército que después del éxito en el levantamiento del sitio de Bilbao se disponía a tomar Estella. En el monumento, la siguiente inscripción: “Un buen morir dura toda la vida”.

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