Piedramillera, piedra miliaria 09/05/14

Este inicio de mayo, acercarse a la Berrueza es contemplar los espectaculares campos que ya forman buenas cañas y espigas a merced del viento. La Berrueza es sobre todo el verde nuevo brotando como una verde humareda, que escribía Machado.

De los pueblos que forman el valle, Piedramillera es uno de los más pintorescos. Un miliario o piedra millar era una columna que se colocaba en el borde de las calzadas romanas para señalar las distancias cada mil pasos (1481 metros). Y a lo que se ve, o mejor dicho se deduce porque de la piedra no parece que queden restos, en Piedramillera los romanos colocaron uno de estos mojones que dio origen al pueblo.
Algunos pueblos como éste todavía conservan viejas tradiciones de fiestas ya extintas, como la de la Cruz de mayo, que aunque fuera del calendario oficial de la Iglesia, se resisten a desaparecer. El caso de Piedramillera es sorprendente por la historia que guarda un hermoso Cristo que se conserva en su iglesia. Resulta que en Piedramillera se produjo en el año 1920 un fenómeno de masas nunca conocido en Navarra. Los rumores que se extendían por toda la comarca aseguraban que el Santo Cristo de la Agonía -que se venera en una pequeña capilla de la iglesia parroquial- miraba a los fieles, les sonreía y obraba milagros. Todo comenzó en torno al mes de abril de aquel año 1920 cuando, después de confesar a una niña de 10 años, el sacerdote le impuso como penitencia que besara los pies del Cristo. La pequeña se esforzaba inútilmente dando brincos para alcanzar los pies del crucifijo y como la empresa era imposible, el Cristo se movió haciendo que uno de sus pies se desprendiera del clavo y así la niña pudiera besarlo.
A los pocos días eran miles los peregrinos que desde todos los rincones acudían a Piedramillera para visitar la capilla en la que se guarda la imagen. Se cuenta que una mujer de Los Arcos, ciega y muda desde hacía once años, acudió para dejar limosna y recuperó la visión. También se mencionó el caso de una niña de Acedo, aquejada del mal de San Vito (enfermedad de Huntington), que sanó milagrosamente un sábado después de postrarse ante el Cristo. Un vecino de Viana, Francisco Fernández alias El Rorro, llevaba seis meses padeciendo reuma, entró con plena fe de que el Señor le había de curar, hizo una pequeña oración y al pronto vio que el Santo Cristo movía los ojos y pestañeaba. Y otro vecino de Eraul, Juan Galdeano, de 34 años, contó que a las ocho de la mañana, mientras decía misa el presbítero don Juan Azanza, entró en la iglesia después de la Consagración y vio con los ojos abiertos al Santo Cristo y acercándose más vio como le sonreía y tenía el rostro alegre.

Al poco tiempo este fenómeno mediático –los periódicos de la época se hicieron eco de los hechos- había desaparecido sin dejar rastro. Pero los vecinos de Piedramillera siguen festejando al Cristo, este año el próximo domingo día 11. Una ocasión propicia para visitar el lugar, ver el verde nuevo y por qué no, descubrir la misteriosa sonrisa de este Cristo del siglo XVII.

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