Pío Caro Baroja comparaba hace unos meses en las páginas
de este periódico a la España en crisis del 98 con la de hoy. El escritor y
documentalista opinaba que la situación actual es una continuación de la de finales
del siglo XIX y que las causas de nuestras crisis son la enorme pobreza
cultural y moral que nos asola.
Al evocar a sus
tíos Pío y Ricardo Baroja y a la desilusión de esa generación, viene a mi mente
uno de aquellos intelectuales del 98 cuya familia dejó honda huella en Estella.
Se trata de Ramiro de Maeztu, hermano del célebre pintor Gustavo y de la gran
pedagoga, filósofa y defensora de los derechos de la mujer, María de Maeztu.
Ramiro, nacido
al igual que sus hermanos en Vitoria, fue un destacado escritor e ideólogo.
Pasó por diversas posturas intelectuales y políticas: socialismo,
regeneracionismo, liberalismo y tradicionalismo. Escribió poesía y ensayos
literarios, pero sobre todo hizo periodismo al servicio de sus ideas. En el
prólogo de una de sus obras más conocidas, Defensa de la Hispanidad,
Ramiro opinaba que la cultura del mundo no podía fundarse en la espontaneidad
biológica del hombre, sino en la deliberación, el orden y el esfuerzo. Y
siguiendo con esta idea del esfuerzo criticaba a la nobleza española –hoy lo
podríamos aplicar a algunos políticos- por no tener espíritu de servicio, sino
privilegios que los convertía en señoritos y por eso habían perdido el respeto
del pueblo, cosa que también ha ocurrido hoy en día con nuestros gobernantes.
Tras el
estallido de la Guerra Civil, Ramiro fue detenido en Madrid y encarcelado. En
una de las sacas de la cárcel, lo fusilaron. Ante sus asesinos pronunció una
frase que bien podría aplicarse a cuantos en cualquiera de los dos bandos ejercieron
de verdugos: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí se por lo que
muero: para que vuestros hijos sean mejores que vosotros”.
Por su trágico
final, la figura de Ramiro de Maeztu fue excesivamente ensalzada durante la
dictadura y por las mismas razones viene siendo ignorada en la democracia.
El legado del pintor Gustavo
de Maeztu es una referencia en Estella, y más después de haber sido declarado
Bien de Interés Cultural. A María de Maeztu se le recuerda con una calle, como
a Gustavo, y con un certamen literario. Quizá ha llegado la hora de que esta
ciudad que tanto debe a los Maeztu, recuerde también al otro hermano y le
brinde la importancia que se merece. De su pensamiento podemos destacar la
regeneración que propugnaba –que significa lo contrario a la corrupción-, la
gente sin farsas, sin ánimo de lucro, la honestidad y otros valores tan
necesarios en su tiempo como en el nuestro.
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