Los Châteaux de Tierra Estella 11/01/13

Viajando por las regiones vitivinícolas de Francia, llama la atención la exitosa forma que tienen nuestros vecinos de vender su producto. En el château encontramos los viñedos, la bodega y la vivienda familiar.
    Antiguamente teníamos en Tierra Estella una red de bodegas muy parecida. Las familias cultivaban la vid, normalmente Garnacha, cuya producción de uva llenaba cada año la bodega. Estas antiguas bodegas son en su mayoría ingeniosas construcciones del siglo XVI, centuria en la que hubo abundantes cosechas (se dice que en los campanarios barrocos se empleó vino en lugar de agua para la argamasa). En esta época se adecuaron espacios en los sótanos de las casas o mejor dicho se edificaron viviendas sobre las bodegas, porque era la bodega la que indicaba el lugar y el tiempo para construir una nueva casa.
    Arcos de medio punto con ladrillo, piedra lucida con yeso que permitía hacer singulares bóvedas o paredes naturales de tosca, son ejemplos que han perdurado. Otro tesoro más difícil de encontrar, aunque todavía quedan, son las antiguas cubas de madera. Por su gran tamaño fueron talladas dentro de las propias bodegas. Cuando en el siglo XX las cubas se sustituyeron por depósitos de hormigón, la madera se utilizó en ricos entarimados, muebles y puertas.
    El arte de pisar la uva, de comparar entre vecinos quién hacía mejor vino, de probar los nuevos caldos por Santa Lucía (13 de diciembre), de vender el vino antes de que llegara el próximo verano o de tragedias como morir intoxicados por el carbónico durante la fermentación, era la parte humana de esta actividad.
    La llegada del cooperativismo en el siglo XX y la construcción de modernas instalaciones terminaron con estos viejos châteaux. Y aunque las cooperativas trajeron indudables ventajas, también se perdió una variedad de caldos que hoy nos hubieran dado innumerables marcas, cada una con las características propias de los variados términos de nuestros pueblos. Estos territorios singulares son lo que franceses y enólogos llaman terroir. Quizá por eso resulte ahora tan difícil comercializar un producto diferenciado: por romper con nuestra variedad principal, la Garnacha, y con nuestras antiguas bodegas.

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