La familia Lacarra de Estella
está celebrando este año el 150 aniversario de su asentamiento en la ciudad del
Ega. Al margen de las celebraciones de ámbito privado, me ha resultado
interesante traer a estas páginas la vida de quien con 23 años se instaló en
Estella para ganarse la vida como abogado: Telesforo Lacarra.
Telesforo Lacarra no venía de
muy lejos, pues había nacido en Allo y encontró novia y esposa –Mª Jesusa
Mendiluce- en la vecina localidad de Dicastillo. Sin embargo, para cuando abrió
el despacho de Estella (parece que en la plaza de Santiago), Telesforo ya había
estudiado en Zaragoza y Madrid donde recibió clases del que iba a ser
presidente de la Primera República, Emilio Castelar. No sabemos si por influencia
de su maestro, por convicciones propias o por tradición familiar –en Allo
gracias a su hermano Pedro se creó la Cooperativa Vinícola lo que demuestra el
carácter emprendedor de la familia-, Telesforo adoptó ideas liberales y
republicanas.
Con 25 años colaboró con armas
en la vigilancia de las puertas de la ciudad y al negarse a prestar juramento
al nuevo rey, Amadeo I, fue apartado del servicio. Ya ven cómo hemos cambiado
en nuestra sociedad y dónde dejamos hoy en día las convicciones políticas sobre
todo cuando se trata de prometer o jurar para acceder a un puesto y cobrar un
sueldo. Buscamos subterfugios, añadimos imperativos legales y otras proclamas
ridículas para ingresar de inmediato en un régimen que decimos detestar.
Volviendo a la vida de Telesforo
Lacarra hay un hecho que le valió –siendo civil- la Cruz de Primera Clase al
Mérito Militar, y es que tras la insurrección carlista de 1872 se encerró con
otros voluntarios republicanos en el fuerte de San Francisco (actual
Ayuntamiento). Para este encierro no dudó en dejar fuera a su mujer e hijo,
nacido seis días antes.
No era fácil ser republicano y
liberal en una ciudad como Estella donde el carlismo estaba tan arraigado y era
tan mayoritario. Seguro se veía señalado como cualquiera que se muestre diferente
o no siga las corrientes políticas dominantes. Sin embargo, la realidad social
de Estella no debía ser tan homogénea ya que se contaban algunas decenas de
liberales, muchos de los cuales se encerraron en el fuerte. La defensa
numantina del fuerte, atacado durante varios días con cañones, petróleo, fuego
y cargas de pólvora hasta que fueron auxiliados por el ejército, les valió el
famoso título de “Héroes de Estella” que dio nombre a una calle en la capital
navarra, actual Chapitela. Todo lo relató Telesforo en un libro firmado bajo el
seudónimo Cesáreo Montoya, sus segundos nombre y apellido.
Casualidades de la vida,
terminada la guerra, Telesforo reabrió el despacho de abogados en casa Modet
(calle Mayor), desde donde había sido atacado cuando estaban en el fuerte. Más
tarde fue secretario del Ayuntamiento y después concejal, promovió varios
proyectos ferroviarios, electrificó la ciudad y creó lo que sería La Teatral
Estellesa, la primera sala de espectáculos.
Viendo el solar abandonado en
el que se ha convertido Estella en los últimos 20 años, uno se pregunta si
algún día volverán a surgir personas como Telesforo Lacarra que den a Estella
el desarrollo económico y cultural que merece.
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