Un seudónimo conocido y coherente 15/06/2018


La familia Lacarra de Estella está celebrando este año el 150 aniversario de su asentamiento en la ciudad del Ega. Al margen de las celebraciones de ámbito privado, me ha resultado interesante traer a estas páginas la vida de quien con 23 años se instaló en Estella para ganarse la vida como abogado: Telesforo Lacarra.

Telesforo Lacarra no venía de muy lejos, pues había nacido en Allo y encontró novia y esposa –Mª Jesusa Mendiluce- en la vecina localidad de Dicastillo. Sin embargo, para cuando abrió el despacho de Estella (parece que en la plaza de Santiago), Telesforo ya había estudiado en Zaragoza y Madrid donde recibió clases del que iba a ser presidente de la Primera República, Emilio Castelar. No sabemos si por influencia de su maestro, por convicciones propias o por tradición familiar –en Allo gracias a su hermano Pedro se creó la Cooperativa Vinícola lo que demuestra el carácter emprendedor de la familia-, Telesforo adoptó ideas liberales y republicanas.
Con 25 años colaboró con armas en la vigilancia de las puertas de la ciudad y al negarse a prestar juramento al nuevo rey, Amadeo I, fue apartado del servicio. Ya ven cómo hemos cambiado en nuestra sociedad y dónde dejamos hoy en día las convicciones políticas sobre todo cuando se trata de prometer o jurar para acceder a un puesto y cobrar un sueldo. Buscamos subterfugios, añadimos imperativos legales y otras proclamas ridículas para ingresar de inmediato en un régimen que decimos detestar.
Volviendo a la vida de Telesforo Lacarra hay un hecho que le valió –siendo civil- la Cruz de Primera Clase al Mérito Militar, y es que tras la insurrección carlista de 1872 se encerró con otros voluntarios republicanos en el fuerte de San Francisco (actual Ayuntamiento). Para este encierro no dudó en dejar fuera a su mujer e hijo, nacido seis días antes.
No era fácil ser republicano y liberal en una ciudad como Estella donde el carlismo estaba tan arraigado y era tan mayoritario. Seguro se veía señalado como cualquiera que se muestre diferente o no siga las corrientes políticas dominantes. Sin embargo, la realidad social de Estella no debía ser tan homogénea ya que se contaban algunas decenas de liberales, muchos de los cuales se encerraron en el fuerte. La defensa numantina del fuerte, atacado durante varios días con cañones, petróleo, fuego y cargas de pólvora hasta que fueron auxiliados por el ejército, les valió el famoso título de “Héroes de Estella” que dio nombre a una calle en la capital navarra, actual Chapitela. Todo lo relató Telesforo en un libro firmado bajo el seudónimo Cesáreo Montoya, sus segundos nombre y apellido.
Casualidades de la vida, terminada la guerra, Telesforo reabrió el despacho de abogados en casa Modet (calle Mayor), desde donde había sido atacado cuando estaban en el fuerte. Más tarde fue secretario del Ayuntamiento y después concejal, promovió varios proyectos ferroviarios, electrificó la ciudad y creó lo que sería La Teatral Estellesa, la primera sala de espectáculos.
Viendo el solar abandonado en el que se ha convertido Estella en los últimos 20 años, uno se pregunta si algún día volverán a surgir personas como Telesforo Lacarra que den a Estella el desarrollo económico y cultural que merece.


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