Conocí su voz escuchando Radio
Popular de Pamplona, aquella emisora entrañable que antes del boletín de
noticias mantenía un espacio con el mítico don Goyo haciendo preguntas a niños
para repartirles de premio entradas para ver a Osasuna o vales en la
chocolatería Subiza de la capital. Entre comentarios de actualidad local,
chascarrillos del club rojillo y concursos, pinchaban canciones contra la
intolerancia y jotas. La inconfundible voz de don Goyo lo anunciaba: canta
Jesús Garraza, de Allo.
La interpretación de la jota
navarra cambia conforme subimos de latitud y -al igual que el carácter de la
gente- se hace sobria, más seria, menos adornada y alargada en los vibratos,
pero sigue siendo un canto recio de hondo sentimiento. Aunque las laureadas
voces femeninas riberas han impuesto estilo, todavía quedan intérpretes en los
reductos montañeses que dan a la jota un sabor diferente.