A veces vivimos
demasiado pegados a las tradiciones y éstas se pueden cambiar, evolucionar e
incluso perder. Las ferias de San Andrés de Estella hace mucho que perdieron el
sabor tradicional y el ambiente callejero y de taberna ligado a la presencia de
ganado caballar en la plaza de Santiago. Creo que fue debido al cambio de
fechas, y es que el privar al día 30 de noviembre de la feria para trasladarla
al domingo más cercano le arrancó la autenticidad que sólo se consigue en los
días laborables. Desde entonces la feria parece un evento artificial, una
especie de zoológico y un lugar sólo apto para mirones, miembros todos de una
marabunta de domingueros con no pocos niños y carritos, siempre omnipresentes.